LA POSIBILIDAD DE UN MONÓTONO VIAJE
Una mujer pasea con su perro.
Una pareja con su mascota
y un hombre que trota por las calles.
La gente en la parada del bus se agolpa
mientras a uno le tiembla la mano
al cargar una bolsa llena con a saber qué.
Y dentro del vehículo va mirando el paisaje.
Pero el breve trayecto debe terminar.
Este da pie a un tímido paseo
por esas calles que se pisaron alguna vez.
Y al terminar la caminata nos espera el tren.
Es la primera parte del viaje.
Uno al que le tocará su final
en el que es su fijado destino.
En los vagones hay gente conversando.
Alguno que otro un libro lee
aunque pudiera parecernos extraño.
En el silencio hay quien escucha música,
va mirando el móvil
o disfrutan del paisaje.
Todas sus paradas se van sucediendo
llegando a ser un trámite.
Sobre todo a los que pasarán de largo
sin darle la menor de las importancias
porque no viven ahí
o a otro menester acuden.
Podría decirse que es otro trayecto más.
Pero todos disponen de valor
y hasta significado en el día a día
por el que habrá algo con lo que aprender.
Pero es algo de lo íntimo,
de lo más personal de cada cual.
Aunque en su ocaso nada se aprenda
al tener esa sensación.
Por ello, se nos va acercando su meta.
En la que uno se baja del vagón
casi sin conocerle importancia
ante otro camino por recorrer.
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