Un repartidor de Glovo pide empatía por el volumen de los pedidos

"La gran mayoría de aquí vamos en bicicleta; no somos mulos de carga"

xataka.com

Sea la profesión que sea, las medidas de seguridad y la prevención de posibles accidentes son algo indispensable. Algo a lo que también va unido la anticipación hacia ellos y la empatía vertida a los que ejercen determinada actividad. Son un claro ejemplo de ello los repartidores de Glovo, quienes tienen que lidiar constantemente con la problemática del tráfico. Y, aunque no lo crean, con el volumen de los pedidos realizados por aquellos que consumen ese tipo de servicio a domicilio.

Muestra de ello es el reciente testimonio del creador de contenido Alejandro Solla. Este joven gaditano es conocido por sus publicaciones en redes sociales. Especialmente TikTok, aunque también dispone, y con bastante arraigo, de un canal en Twich, además de otro en Youtube, y sus perfiles en lo que actualmente conocemos por X e Instagram. Sobre todo, en el primero narra sus peripecias en el mundo del reparto. Llama la atención la vez que le pidieron tirar la basura o llevó edredones a las 23:00 de la noche. Es más, hace poco se hizo viral la anécdota de cuando una suegra recogió los preservativos pedidos por su yerno.

Incluso llegó a mostrar la ocasión en que se hizo un injerto capilar. Pero no vamos a versar sobre ello. Sino sobre algo que hemos comentado anteriormente: la empatía hacia él y sus compañeros del sector por el volumen de los pedidos. "No somos un camión, no somos una moto grande, sino que la gran mayoría de aquí vamos en bicicleta; no somos mulos de carga", señala en la parte final de un vídeo cuya duración es de 43 segundos. ¿Pero por qué realiza este alegato?

Tiene su origen en un "pedido gigante de más de 40 artículos". Tal y como se muestra en el documento, Melissa G. realizó la compra en el gaditano Carrefour Market habido en el número 1 de la Plaza Libertad del municipio. "Vaya señor", comenta Alejandro al momento de mostrar el carrito de la compra, el cual está a punto de rebosar. "Esto es una cosa que pasa bastante", indica a continuación. "Como veis, tenemos un pedido de 45 artículos, lo que viene siendo ser una compra para casa".

Según explica, estas situaciones suelen llegar a ser una "locura". Ello porque a los productos se les suma el peso que acarrean. "Hay leche leche de un litro, botellas de un litro y medio...". A continuación, afirma que esto conlleva a adentrarse "siempre en la misma discusión". Esta se centra en que el cliente, "obviamente", tiene la posibilidad de pedirlo. Por lo tanto, ellos lo tienen que aceptar. "Pero por otro lado es como que éticamente tienes que pensar también que hay otras personas que también tienen que recoger esos pedidos".

Los repartidores no son camiones

Finalizando su exposición, recurre a una metáfora más, además de las anteriormente señaladas. Insistiendo en que no son camiones, y en consecuencia que no disponen de su misma capacidad, solicita que "no pidáis tanta, tanta comida como si fuera un domicilio". Esto, por cierto, lo hace usando previamente el formalismo al cual solemos ampararnos cuando se formula una petición. Basándonos en la definición dada por la RAE, este no sería otro que un "por favor".

Visto lo visto, o leído lo leído, las reacciones a la publicación han hecho su aparición. Hay quien le achaca la responsabilidad a la compañía, como es el caso de Elleane: "Precisamente el pedido a domicilio está pensado para eso, para compras grandes y pesadas. La culpa es de la empresa por no equiparos mejor". OscarCocoCoco se pregunta si no pueden poner un límite, a lo cual Alejandro le contesta con un "queva" (sic). Por su parte, YuLiGA esgrime que "la empresa debería tener diferentes tipos de repartidores". Esto porque siempre hace compras grandes y se la llevarían en furgoneta.






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