"The Ballerina" frente al espejo

Aaron Fradkin firma un cortometraje turbio y visceral

lavanguardia.com

De una forma grácil, pero apresurada, asciende unas escaleras hasta llegar a un amplio salón. Una vez allí, se dispone a imbuirse con los menajes necesarios con tal de practicar sus pasos de baile. Al fondo, observándola pacientemente, se levanta un enorme espejo. Este, mientras preside la estancia, parece recordarle lo imprescindible de la perfección en sus movimientos. El desastre que suponen los fallos en su interpretación cuando son el mismo reflejo de la sociedad moderna al pretender alcanzar la pulcritud.

De esa forma arranca el cortometraje de 2021 "The Ballerina". Y se trata de uno de los proyectos sobre el cual se siente más orgulloso su director, el estadounidense Aaron Fradkin. Según explicaba a Voyage LA en febrero de 2023, lograron sacar adelante una trama interesante que disponía de una gran escenografía. A esto se le unía el hecho de que el realizarla era algo personal y que contaban con la actriz perfecta para ello: Valeska Miller. "Fue una experiencia mágica", añadía. Además, se mostraba "muy feliz" por la circunstancia de que hubiera llegado a tanta gente.

Y es que Miller, al ir su papel a encontrarse con lo que podríamos definir su lado oscuro, se adueña de la pantalla desde el primer momento. Su indiferencia ante lo cotidiano, su nerviosismo, miedo, curiosidad y pánico se enfrentan a su propio complejo narcisista. Este se nos hace presente en su propia imagen. En la que vierte el espejo que domina el lugar sin que ella apenas se de cuenta de cómo la va dominando paulatinamente hasta hacer que se sienta completamente embelesada por él.

Y lo hace como si de una droga se tratara. Como si la adicción fuera introduciéndose en sus entrañas sin que la bailarina se percate por lo novedoso y atrayente de la situación. Tarde será el momento en el que se cerciore de lo que sucede al sentirse atraída por los juegos y la superioridad que alcanza a percibir al creer que lo tiene todo controlado. Que incluso le puede llegar a enseñar cosas al reflejo sin ni siquiera intuir que es él el que tiene todo momento bajo su control y que es capaz de ponerle fin a la situación en cuanto lo desee.

Como si fuera ese fatal vértice de la sociedad moderna, el sentimiento de superioridad va causando estragos a medida que se introduce en sus entresijos. A la par, todas las dudas y temores del papel de Miller son dejados de lado ante el aparente control que supondría poseer. Toda la comodidad que había deseado, las dificultades que habría soportado en su vida son arrinconadas a través de su idealizada imagen y sobre la cual siempre quiso ser arquitecta. Pero este mundo guarda recompensas efímeras hacia aquellos que buscan el éxito fácil pretendiendo imponerse a él. Y expresar esto mediante una metáfora en un cortometraje de terror psicológico es un canal muy acertado.

La calma dando paso al terror


Todo ello en silencio, sin diálogos. Recurriendo a la caricatura mimética del cine mudo y con claros paralelismos hacia el "Black Swan" que Darren Aronofsky estrenara en 2010 con Natalie Portman de protagonista. Y más teniendo presente que el sonido diegético que las acciones que lleva a cabo Miller es acrecentado mediante el eco de un salón que hace las veces de amplificador. Esto, al estar ejecutado de una manera sutil y hermosa, logra que la calma de paso al terror y de ahí a la incertidumbre, la adrenalina que representa la novedad y, finalmente, al horror y la tragedia.

A estas sensaciones cargadas de la química que segrega el cuerpo estando frente a ello hay que sumarle otro factor: la banda sonora. Corriendo a cargo de Robot Disco Puma, se caracteriza por ser, en un principio, el sinónimo de inocencia. De hecho, inicialmente recuerda a las cajitas musicales en cuyo interior hay la figura de una bailarina. Y esta, al igual que la fémina real, va descubriendo los claroscuros de la vida hasta llegar a la cruel sorpresa que le depara la sensación de superioridad a la par que la sonata va adquiriendo un cuerpo más grueso, duro y tétrico. Algo que está representado en la pieza "Agosto" de Nicolas Jaar.

Añádanle también el uso de diferentes tipos de plano. Los detalles, medios y primeros brillan por la manera en que son trabajados mientras que las panorámicas y los subjetivos incrementan el suspense habidos en ellos a través de los recursos sonoros y musicales que anteriormente les hemos mencionado. Por si fuera poco, una atmósfera lumínica tenue otorga una sensación onírica que llega a adquirir el marco de una pesadilla. Esta, como tal, representa la desgracia final de todo el círculo de circunstancias personales y sociales a las que se ve abocada la protagonista del cortometraje. Tal que fuera el triunfo de la aparente perfección que muestra el espejo social siendo, en realidad, todo lo contrario al atrapar con los hilos de sus trampas.

Un producto de la pandemia


Guionizado por el propio Aaron Fradkin, esta labor la realizó junto a la productora Victoria Fratz. En las labores de fotografía contaron con Keelan Carothers y los efectos especiales corrieron a cargo de Sam Evenson. Ya habrán imaginado que en un proyecto de esta índole la coreografía ha de ser algo fundamental. Y esta parte le correspondió a Amanda MacLeod. La orquestación de este más que interesante trabajo fue cimentado en pleno apogeo del CoVid-19, justo después de su exitoso "Val" de 2020.

Concretamente, ese sería el tercer largometraje en su carrera, la cual, por cierto, también está orientada a los videoclips musicales. Actualmente con 36 años, en los días de pandemia fundó junto a Fratz "Social House Films". Si lo desean, en el portal de YouTube de la plataforma podrán visionar los trabajos de este antiguo ex alumno de Cine de la "Boston University". Siendo natural de Northampton, Massachusetts, estrenó su primera corto en 2013. Llevaba por título "15 North" y fue premiado con el título de "Mejor Película" en el Festival de Cine SENE.









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