LA INMORTALIDAD DE UN FRÍO CORAZÓN

Con fuerza. Con mucha fuerza

fue abrazando su corazón.

Su tacto no emitía calor.

Era una carcasa helada.


Al producir sus latidos

sus paredes se desprendían. 

Estas se depositaban

en el suelo desgastado.


Con el pasar del tiempo, su Inmortalidad

se dejaría ver siendo latente

a modo de sedimento.


Irían pasando los siglos

y, con ellos, también las edades

llegando a dejar al mismo Olimpo detrás.


Fue haciéndose cada vez más grande.

Tanto que alcanzaría

los Pilares de la Creación

y el punto del Big Bang.


Allí se encontró con que el frío

era desgarrador, incluso más

que de su corazón las paredes.


Entonces decidió retroceder.

Volver hasta el que hubo sido su hogar

y allí darle vida a un fuego.


Esto supondría muchas edades.

Quizás demasiadas.

Pero cuando por fin llegó

respiró con calma.


Aunque nada reconocía

por el pasar de los tiempos

volvería a sentir que el calor

en su corazón revivía.

Los Pilares de la Creación (sdpnoticias.com)



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