VÉNDENOS, VÉNDEME
Anda; véndenos, véndeme del Cielo su promesa, del Infierno sus miedos y la Eternidad bajo unos Mandamientos imposibles de alterar. Define, cataloga lo que es bueno y malo, lo amargo y lo dulce, la Guerra Santa y el sexo pecaminoso. Acapara la expiación, como si nadie pudiera arrepentirse o enmendar lo trazado más allá del dictado y directrices que consideres las más apropiadas. Recurre al ostracismo, a la barbarie a la hora de imponerte desde tus planteamientos, no sea que los espejos por reflejar den las imágenes de la complejidad. Define, cataloga el globo de plano sumiendo en un bucle la prosperidad que no encuentra los senderos. Venga; véndeme, véndenos en alguna subasta que va reemplazando al Dios que diste forma sin un remordimiento por lo que dejaría atrás. Crea, construye un mundo ideal más allá de la canción de Disney que se centre en tus propios miedos profundos y cicatrices. Y seduce con palabras rebosantes de encanto sin apenas notarse ese fin último que se oculta finament