Cosas de trabajar en fábricas de bollos, un "sex shop", ópticas o el "telepi"

Un joven de 34 años relata curiosidades de su vida laboral en diferentes sectores

cuantarazon.com

Si les comentaran que el Satisfyer es el mejor invento del mundo después del de la rueda, ¿qué pensarían? Antes de nada, les diremos que esa afirmación corresponde a Víctor, un joven de 34 años que en la ultima semana se ha vuelto viral tras ser entrevistado por el tatuador, tiktoker y youtuber achero tattoo. Pero el motivo de su notoriedad no se debe a lo antes mencionado, sino a un pequeño secreto que ha desvelado de los tiempos en los que trabajó en Telepizza.

Durante la charla, la cual ha sido editada en casi 10 minutos y promete tener su continuación con una segunda parte, el joven relataba lo que ha sido su experiencia en el mundo laboral. Esta arrancó cuando fue árbitro de fútbol y, actualmente, ejerce de informático. En resumen, afirma que hoy por hoy se encuentra en el mejor momento de su vida. Esto incluye el plano profesional, el económico y el ámbito personal. Entre medias, comenzó psicología mientras laburaba en una óptica después de finalizar el ciclo superior orientado al sector.

Respecto a lo del Satisfyer, ese comentario lo realiza al rememorar los dias en que fue empleado de un "sex shop". Aunque no detalla cuánto tiempo estuvo, sí revela que estaba al lado del madrileño edificio de Telefónica. Se trataba de un establecimiento al que solía acudir; ya fuera porque compraba libros, lubricantes o condones. Dejó el currículum, "por probar", recurriendo como recadero a una amistad, la cual lo dejó allí. En ese empleo se sorprendió por su propia habilidad a la hora de trasmitir confianza y tranquilidad al cliente. Todo con la intención de que la gente se pudiera abrir y no tuviera reticencias al hablar.

Fue ahí que comprendió que una de las respuestas naturales del ser humano a lo desconocido es el humor. "El modo más cómodo para prevenir que las personas no hagan eso es explicarles qué están viendo", reflexionaba. Y como ejemplo de ello recurría al "fisting", una practica sexual que consiste en introducir la mano o el brazo en la vagina o ano y que llega a disponer de dildos con el tamaño de esa última extremidad de nuestro cuerpo. Y añadía que los peores clientes son los de 45 a 60 años que "no han salido de su pueblo en su vida".

Por ello, y a pesar de estar en "una tienda como cualquier otra", se sentirían abrumados. He aquí que, poniéndose en la situación de tener a una clienta delante, declaraba que esta debería tener una vida sexual muy triste si esa situación le causaba risa. "¿Lleva 40 años follando misionero? Pues un poco triste, señora", remarcaba.

El "popper" y la perdida de sensibilidad con el Satisfyer

Acto seguido, explicaba que el "top uno" de las preguntas que les hacían era si disponían de "popper", una droga usada en el sexo por su efecto vasodilatador. El asunto radica en que, a pesar de ser ilegal su venta a nivel estatal, muchos establecimientos lo venderían disfrazados como sales de baño, disolventes o para la limpieza de cabezales de cintas de video. Aunque en países como Reino Unido, Francia, Portugal, Austria o Alemania está permitido.

En cuanto al Satisfyer, además de ser "un boom de ventas", observó que "muchos tíos" estaban "super ofendidos" por él. Sería como si les hubiera tirado el trabajo. Ante esto, y tras señalar cómo lo usaba un amigo, indicaba que el aparato es un aliado de los hombres. "Cómpratelo tú, no se lo compres a ella, que ella lo tenga que usar contigo", decía entre claras nuestras de indignación ante lo que acababa de relatar. A continuación, se disponía a contar cómo pasó de trabajar en ese negocio a hacerlo de informático. Pero eso se mostraría en la presumible y futura segunda parte de la conversación.

Pero volvamos al tema anterior. Respecto al uso abusivo del succionador de clítoris opina que "es como el chaval que se hace pajas a lo bestia; ¡Claro que pierdes sensibilidad!". Ahí añade que es parecido a cuando uno se estimula a sí mismo. "Cuando otra persona te lo va a hacer te va a dar la mitad de satisfacción", señala. Es porque "tú te estás acostumbrando a lo bueno, a lo rápido, a lo fácil". Por ello, se pregunta que por qué no se usa en pareja si a la "chica" le gusta. "¡Si por donde la metes no se utiliza!", exclama antes de aconsejar que las parejas lo usen a la vez.

La importancia de una bata

¿Y qué fue lo que aprendió al trabajar en un óptica? Pues que "la gente respeta un huevo las batas". Pero pongámonos en situación. Ejercían con traje y, como él es "grandote", el suyo tardó en llegar. Así que le dieron una de las primeras. Y le pasó que, estando asesorando a un cliente, se acercó el director del centro. Este, teniendo una categoría superior a él, fue rechazado por el consumidor recriminándole que no viniera a venderle nada, pues ya se lo estaba "explicando el Doctor". En otra ocasión, se llevó 5 euros de propina por cambiar un tornillo, algo que, según explica, se suele hacer gratis si la persona es de confianza.

Volviendo en el tiempo de la charla, también señaló que estuvo trabajando en una fábrica de bollos. En concreto, fabricaban para Mercadona. Una de los primeros detalles que apunta es que, a pesar de lo se pueda pensar, ahí no se engorda incluso pudiendo probar el producto. Esto por dos cosas. "Porque es un trabajo y estás 8 horas en una puta fábrica y estás de pie, no se qué y cansado. Y dos, porque los ves todo el día y, por lo tanto, luego no te apetece", resumía.

Evitar que las pizzas se despachurren

Aunque en cuanto a lo concerniente al último punto, lamenta que no llegaran a sacar al mercado una crema pastelera que "estaba buenísima". Ello porque, al hacer pruebas, descubrieron que perdía todo el sabor al momento de cocinarse. Por lo que explica, su gusto era a vainilla. Y siempre que fuera con higiene, y lavándose las manos, la podían probar. "Estaba para comerla a cucharadas, te lo juro", le indicó a su entrevistador.

Pero claro, llegados a este instante, ¿cuál fue el secreto de Telepizza que reveló? Este tiene que ver con el corte de las pizzas cuando son pedidas a domicilio. Estas están cortadas mal "a posta" porque acabarían despachurradas y no llegan "sanas" a la vivienda. "La primera pizza que corté para casa la corté bien; nos la devolvieron". Antes de esto, sacaba a la luz que las que se hacían mal se las comían los empleados. "Algunos compañeros, cuando se acercaba la hora de cenar o tal, alguna vez se equivocaban en algún ingrediente".





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