TINTA Y DIARIOS
Me quedará por escribir
más de una carta.
De esas que físicamente
no quedan plasmadas,
pero que son como un diario.
Y no es por no gastar tinta.
Es que braman los sudores
del corazón;
y rincones
que son desconocidos
incluso por mí.
Serán las ansias de volar
que podríamos soler tener.
Quizás todos,
o la parte
de esos que no olvidaron
qué es el existir.
Tal vez por ello, quizás,
hay tintas que existen
sin la necesidad
de que su plasmación
quede sobre un papel.
Pero es curioso.
Al final, muchas de ellas,
suelen acabar así:
reflejadas en papel
aunque sean muchas más
de las que, en realidad, escribí.
Quizás por ello,
tiempo después, algunas
terminan plasmadas ahí.
Y pudieron serlo antes,
aunque quizás nunca,
o reposan en un elixir.
Pero han de ser muchas más
las que son latentes.
Están escondidas
en un raro rincón
o en algún paisaje.
Ellas serán parte de mí,
o quizás nada
atendrán a reflejarme.
Son Todo, y son Nada,
en el prohibir de los diarios.
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