LITERARIO
Dicen que los mejores
son los finales épicos.
Aquellos que podrían dar pie
hacia alguna continuación
con la que se expanda
eso que relata.
Maduran los personajes...
Los héroes y los villanos,
los que son un cónclave
siendo simples secundarios
en toda la trama,
con cada página.
Basados en un suceso real estando,
con la Historia de horizonte
o de la imaginación siendo su fruta.
Incluso las hay que fueron encargadas
por el capricho de un alguien,
o firmadas habiéndolas escrito otro.
Y entonces, cada mérito,
es algo más habitual de lo que se cree,
recae en las plumas sin tinta;
es decir, sin sangre.
Una vena inerte
que en su interior polvo guarda.
El honor de sudores que no se vierten,
el placer de los orgullos.
Mares en calma hacia esos
y una tormenta perfecta
hacia el que tiene consuelo
al ver un plato con el que comer.
Triste es esa luz
que lo oscurece todo
en ese lugar.
Y es que lo que de Dumas se dice...
que no sabía de su último
escrito de tantas obras
que su gente le hubo escrito...
Menudas plumas
quedaron en silencio
con voz de otro laúd.
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