PÓLVORA

 

Esas plantas no tienen corazón.

Alimentadas por la pólvora

impersonal que de abono sirve

los pétalos flácidos emergen

incapaces de poder sujetar

a todos los que posen sobre ellos.


Firmemente van cayendo

ante la debilidad latente

que provoca su alimento

contaminado entre sus nutrientes.


Pérfido carácter del círculo,

va lentamente poseyendo almas

mientras enturbia los corazones

para que nunca más sean capaces

de sentir el fulgor de la llama

que consiga calentar su ánimo.


Así las praderas verdes

adquieren el tono más grisáceo

que logre imaginar mente

alguna que sea testigo de ello.



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