HUBO UN DÍA EN EL QUE DECIDIÓ COGER UN BARCO Y SALIR A NAVEGAR
Mediante una ola surca los mares.
Y se desplaza con actitud tranquila
pese a las inclemencias cambiantes.
En ocasiones observa el firmamento.
A veces oscuro y plagado de estrellas
o despejado bajo el influjo del Sol.
La escasez es lo que más lamenta
en la potabilidad del agua
estando rodeada de toda ella.
Eso y las siempre crecientes llagas
que cada vez son más numerosas
por el líquido en su salinidad.
En sus recuerdos aquella tarde
que comenzó la aventura desde un puerto
con la que pretendía cruzar mares.
Ahora se sentía en mitad del Universo
balanceándose como aquel astronauta
que flota mientras a la nave está atado.
Todo aquello supone libertad
aunque invada la desesperanza
su corazón entre aquellas aguas.
Recreó las penurias a atravesar,
pero era diferente sentirlas
cuando la decisión fue tomada.
También imagina el horizonte,
el instante en el que contemplar el rastro
de tierra firme y en ella apoyarse.
Andar sobre la arena con pies desnudos,
sentir aire en sus pulmones al respirar
y contemplar el mar estando sentado.
Piensa cómo ha de ser esa escena,
en la similitud que guardará
con la verdadera circunstancia
y si consciente estar logrará
sobre lo que supone esa meta
y llegarla a conseguir disfrutar.
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