“ORFEO NEGRO”, DE MARCEL CAMUS

Recuperamos esta crítica del largometraje del director francés que coincidió con el 60 aniversario de su estreno, 1959. Resultó ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de ese mismo año. En 1960 obtendría el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa y el Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera


(31/XII/2019)

Parece que Marcel Camus, director de cine francés, se inspiró en la obra de teatro 'Orfeu da Conceiçao' para poder plasmar su particular visión del mito griego de Orfeo y Eurídice. Quien también fuera profesor de música y escultura, además de guionista y actor, nació en la localidad de Chappes, en la región de Champaña-Ardenas, al norte de Francia. Fallecido en París el 13 de enero de 1982, a la hora de rodar el que sería su segundo largometraje como director se basó en la obra del poeta y músico brasileño Vinicius de Moraes, que estrenó la obra teatral en 1954. Este vino al mundo un 19 de octubre de 1913 en Río de Janeiro y falleció en la misma ciudad el 9 de julio de 1980. Su figura se recuerda como una de las más importantes que han dado las letras y música brasileñas durante el Siglo XX. Licenciado en Derecho, ejerció labores diplomáticas en los consulados brasileños de Los Ángeles y París.

Con un guión escrito por el propio Camus y su compatriota Jacques Viot, los más de 100 minutos de historia nos relatan la llegada de Eurídice a Río de Janeiro. La ciudad está inmersa en plenos Carnavales, pero ella, confundida y asustada como estaba a consecuencia de la persecución de un hombre que pretendía asesinarla, ansía llegar a las fabelas donde vive su prima Serafina, en lo alto de una colina de la zona de Babilonia. Hasta llegar hasta allí deberá coger el tranvía del que es conductor Orfeo, un apuesto cantante y bailarín que dicen es capaz de hacer salir el sol con la música de su guitarra. Poco a poco irán iniciando un romance, pero se deberán enfrentar a Mira, la prometida de Orfeo, y al peligroso personaje que la acecha desde que se encontraba en su pueblo. Orfeo se convertirá en su protector en medio de todas esas circunstancias y la frenética vorágine festiva del carnaval.

Estrenada en octubre de 1959, esta coproducción francesa, brasileña e italiana, no solo logra ofrecer una más que interesante versión del mito griego. Su éxito no está basado en el reconocimiento otorgado a su director o los premios internacionales que recibió. Ganaría la Palma de Oro de Cannes en 1959 y, un año después, el Oscar y el Globo de Oro a la Mejor Película en Lengua Extranjera. Rodada íntegramente en portugués, nos muestra, en todo su esplendor, la importancia de la festividad del Carnaval en los habitantes de la ciudad. Con unos escenarios muy cuidados y acompañados perfectamente por la iluminación, la coreografía de los bailes retratan al detalle la alegría, desinhibición y sensualidad de estos. Unos paisajes extraordinarios dan a conocer la periferia de una ciudad famosa por su Cristo del Corcovado, el cual solo se ve una vez, y de forma minúscula, en toda la película. Pero no solo es el espíritu del Carnaval lo que refleja. Su banda sonora dio a conocer mundialmente la Bossa Nova, esa mezcla de Samba y Jazz propia del país. Las piezas de Jobim y Bonfá, 'A Felicidade' y 'Manhā deCarnaval', respectivamente, son dos canciones espectaculares y preciosas que, sin duda, son un buen aliciente para adentrarse en ese universo.

Es difícil "destripar" la película sin caer en la tentación de explicar el final o llevar a cabo eso que hoy en día se conoce con el anglicismo de "spoiler". Por lo tanto, imaginemos a Orfeo, ese Héroe de la mitología griega, un apuesto joven, pero no fornido, que consiguió salvar a sus compañeros de las sirenas, solo tocando su lira, cuando partió en busca del Vellocino de Oro con Jasón y los Argonautas. Su imagen sería encarnada por Breno Mello, un futbolista brasileño de esos que decían de segunda categoría a pesar de haber jugado, codo con codo, con el mismísimo Rey Pele. Brasil, un país en el que el balompié es una religión. Llegó a hacerlo junto a él en el Santos, pero acabó cedido al Fluminense. Su historia personal se parece bastante al personaje que encarnó. Después de que Camus se fijara en él cuando caminaba cabizbajo tras haber empatado un partido que deberían haber ganado en un encuentro a vida o muerte, el frances le escogió para un casting. Según un hijo de Mello, el actor pensó que Camus se trataba de un homosexual. Tras pasar la prueba ante casi 300 aspirantes, pudo encarnar un papel que le dio fama mundial y le hizo olvidar las frustraciones que le ocasionó el fútbol. Después, todo fueron alegrías y distracciones, las noches locas le embriagaron, pero acabó falleciendo a los 76 años, completamente solo, en un barrio que se llamaba La Tristeza, en Porto Alegre, ciudad que le vio nacer. Tuvo cinco hijos y se divorció dos veces.

Eurídice y Orfeo disfrutan del baile

Esto ocurrió en la vida real de aquel que encarnó a Orfeo y luchó por recuperar a Eurídice, Marpessa Dawn, tras enamorarse e ir a buscarla al Inframundo después de que le picara una víbora. En esta adaptación de Camus, Aristeo, ese ser que perseguía a Eurídice y en su huida fue mordida por la serpiente, está encarnado por Mira, Lourdes de Oliveira, y la mismísima Muerte. Una alegoría representada en dos figuras. Mira supone todas aquellas bacantes o menades que retozaron con Orfeo antes de conocer a Eurícide y fueron rechazadas incesantemente tras su partida. Y es que su malherido y roto corazón no pudo sobrellevar su ausencia, ignorando a todas las pretendientes después de que la perdiera por su impaciencia, ya que miró hacia atrás para ver si le seguía en su huida del Reino de Hades. Un Mundo que en la película está representado por el Macumba, un rito religioso enraizado en las antiguas religiones de los esclavos que fueron arrastrados a lo que hoy es Brasil. Incluso un bello cánido, un pastor alemán, interpreta a Cervero, el perro de tres cabezas que custodiaba las puertas del Reino de Hades.

La Muerte busca a Eurídice

Pero, ¿qué se puede extraer sesenta años después de su estreno? Si lo miramos con los prismas actuales, o por lo menos los que podría tener la sociedad actual en la que vivimos por estas latitudes, veríamos que se nos presenta una sociedad empobrecida, necesitada, donde el pobre trabaja todo el año para disfrutar de los carnavales. Estas son las únicas fiestas en las que se pueden ver de igual a igual con los pudientes, por lo que son capaces de no comprar alimento para poder hacerlo hacia el disfraz que lucirán. Se trata de una fiesta donde el esplendor y el júbilo está presente en todos, pero se trata de una sociedad machista en la cual el hombre ve a la mujer como un objeto de deseo. Eso mismo es lo que se ve cuando llega Eurídice a la ciudad. Todos, sobrios o embriagados, intentan conquistar a la recién llegada. Incluso Orfeo, que está a punto de comprometerse con Mira, solo la ve como una presa y utiliza el estado de nerviosismo por parte de ella después de escapar de la Muerte para conquistarla. La portará en brazos prometiéndola que con él siempre estará a salvo, consiguiendo, de esta forma, su recompensa ante tan heroica acción. Por lo tanto, no solo se nos presenta una sociedad que sufre necesidades, se trata de un mundo donde la única forma de evadirse de lo cotidiano se da en las fechas del Carnaval, cuando todos creen ser iguales a aquellos que son superiores y la mujer es considerada un mero objeto de caza.

Orfeo con la mirada perdida



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