EL TÚMULO

 

Resguardado en el centro del jardín

(es verde, risueño y floreciente)

inmenso se yergue un gran túmulo

(es tan imponente al firmamento)

en majestuosidad aparente

desde los tiempos que corren sin fin.


Un río lo surca en pleno frenesí

(agua arremolinada presente)

en esa parte de su trayecto

(curvas y fervientes remolinos)

mientras que la blancura que surge

se asemeja al más cálido elixir.


El túmulo lo mira con sutil

(alzando el mirar al horizonte)

curiosidad al ser recordado

(y percibe el trascurrir del tiempo)

sus maneras en otras edades

que sucedieron en el mismo allí.


Tiempo atrás que él comenzaría a sentir

(algún hormigueo que le recorre)

el transitar por su propio cuerpo

(bella es su dureza con finito)

y sus granos el mundo recorren

hacia lugares desde su partir.



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