Una fructífera reunión
No le apetecía nada acudir a aquella cita. Pero tenía que hacerlo. Y se preguntaba si sería correcto habiéndose tomado antes aquella cerveza. Aunque sentía que la necesitaba. Esas dos semanas habían sido extenuantes. No llegó a pensar que aquel programa diario fuera a tener un ritmo tan frenético. Solía levantarse sobre las cuatro de la mañana y rara vez volvía a casa antes de las doce. Sin embargo, tanto esfuerzo merecería la pena. Sobre todo cuando mirara la cuenta corriente.
Atrás habían quedado los años de estudio. Sus pinitos en el periódico del instituto y la radio de la universidad. Creía haber aprendido mucho. Después, cuando se introdujo en el mundo del marketing, y habiendo ejercido de Community Manager de la Asociación que lo contrató, creyó que al fin conocía todos los entresijos del mundo de la comunicación. En el fondo, lo más importante era llegar a cuanta más gente fuera posible. Si lo que contaban eran verdad o no... el propósito era forjar un mundo mejor y más democrático en el que el ciudadano participase. Si cada vez el pensamiento crítico era menor... a él no le incumbía. No tenía nada que ver en ello. Sólo hacia su trabajo.
Además, la reunión iba a ser con aquel al que sustituía. Casi no le conocía en persona. Sólo había estado una vez frente a él. Y fue hacía años, cuando todavía estaba en el colegio. Les llevaron en una excursión con tal de que conocieran los pormenores de "Tele Ocho y Medio", la cadena que daba voz al municipio y a gran parte de la zona. Recordaba la emoción que vivió los días anteriores. Pero sobre todo la decepción y frustración sentida al escuchar que si querían dedicarse a aquel oficio se olvidaran de ello. Que muy pocos lo lograban, además de que los que lo hacían solían estar mal pagados. Sin embargo, al día siguiente ya tenía clara su vocación. Le pesara a quien le pesara.
Al llegar a la puerta del despacho de Aurelio se detuvo. Los nervios dominaban todo su cuerpo. Tenía el estómago empequeñecido y un punzante dolor le recorría el brazo izquierdo. No había sentido nada parecido desde que entró en el aula donde realizó el primero de los exámenes de la selectividad. Luego, y viendo la forma en que le fue, esa sensación desapareció. No podía creer que aquella persona le causara semejante respeto. Y sin saber qué era lo que iba a encontrarse. Respiró profundo tratando de relajarse y llamó a la puerta. Fueron dos golpes mediante el nudillo del dedo índice de su mano derecha. Volvió a coger aire. "Adelante", dijeron desde el otro lado. Esa voz tan grave y enérgica era inconfundible. Por algo era una de las más reconocidas del sector.
Nada más atravesarla, pudo apreciar una enorme mesa. En ella, una jarra trasparente llena de agua y dos vasos de cristal. Además de una cafetera que rezumaba el baho de la bebida. Parecía recién hecha. "No deberías tomar nada antes de una reunión". Eso le sorprendió. El tono de su voz contrastaba con lo delgado de su figura y su estatura: apenas mediría metro sesenta. En pantalla resultaba mucho más alto. "Es la magia de la televisión", comentó pareciendo adivinar lo que pensaba. "No debería sorprenderte, a mucha gente le pasa. Por favor, siéntate y sírvete un poco del café". Y lo hizo sin dirigirle la palabra. Se sentía completamente impotente ante su presencia. ¿Cómo era posible que alguien pudiera causar eso mismo en otra persona?. "Tranquilo, no muerdo".
Aquel hombre ajado de casi setenta años ocupó su lugar en la mesa. Fue frente a él. Y lo hizo extendiendo sus brazos. No mucho, pero parecía querer acortar la distancia habida entre ellos. "Vaya, así que tú eres el famoso Herminio, aquel que va a ocupar mi sitio en lo que concierne a la imagen de Villa Chiquita del Medio", comentó. "Espero que sea así, tienes un curriculum interesante. El Olimpo del Periodismo ha de tener reservado un lugar en tu honor". Esto lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja que irradiaba familiaridad y calor. Cercanía. La había visto muchas veces por televisión, pero nunca llegó a imaginar el poder que podía llegar a tener en otro cuando lo tenía cara a cara. "¿Qué quieres hacer con el programa? ¿Qué imagen quieres que tenga?".
¿En serio le estaba preguntando eso? No daba crédito a lo que acaba de oír. Por la cabeza le rondaron muchas cosas, pero decidió no revelarlas. Más que nada porque no tenía la certeza de que pudieran llegar a buen puerto. "En principio, hacer que salga adelante e ir aprendiendo. No soy quién para decir cómo deben hacerse las cosas. Aportaré mis ideas, pero son los que han estado tanto tiempo los que habrán de realizarlo. Por ahora, me conformaré con ser la nueva cara visible". Su anfitrión llenó uno de los vasos con agua y bebió su todo su contenido. Lo hizo despacio. Con paciencia. Parecía estar meditando sobre lo que diría. "Bien, eso está bien. Más que nada porque quiero que sepas que voy a seguir dirigiendo el programa. Lo haré desde las sombras y sin hacer ruido. Cuando vea que estás preparado te tocará a tí. Pero hasta entonces quiero que te centres en todo lo que aprendiste en la Asociación Estatal de Creadores de Bulos".
Aquello también lo cogió desprevenido. Tras guardar silencio le cuestionó el porqué de ello. "Muy simple. Esto es un negocio. Y las cuentas han de cuadrar. Además, esta sociedad debe de tener un cambio de dirección. La neutralidad y objetividad de los medios de comunicación hace tiempo que dejaron de existir. Y, tal y como sabrás, el marketing es más necesario que nunca. Y luego está lo de la prensa satírica. El humor en general. Este debe ser abolido siempre y cuando esté realizado bajo unos parámetros. Unas directrices, si lo prefieres. Y tu experiencia nos será crucial. ¿No te has dado cuenta de que, en la cadena, desde hace 10 años no hay nada relacionado con el humor?".
Trató de hacer memoria. En las fechas que decía habían realizado un programa ambientado desde un dormitorio. Aurelio repasaba la actualidad informativa a través de ella mientras aparentaba prestarla atención. De hecho, era una alegoría hacia el título del espacio: "Al Día Desde La Cama". Herminio dio un sorbo al café. A continuación, lo terminó de trago cual chupito de algún licor fuera. Lo miró atentamente y volvió a sorprenderse por el poder que emanaba aquella mirada. Se sintió pequeño. Diminuto. "¿Y eso por qué?", osó preguntar al fin.
- Porque el humor, querido mío, hace pensar. Y ese discernir es peligroso hacia el bienestar que queremos construir. Si te fijas, ese programa es uno de los más visto en las plataformas. No hay nada de humor en toda la cadena. ¿Para qué íbamos a volver a hacerlo si alcanzamos el cenit de ese concepto a través de él? Será venerado a través de las décadas. La gente recurrirá a él siempre que necesite reírse un poco. ¿Por qué íbamos a volver a hacer algo nuevo si no podría superarse? ¿No existe el Youtube y otras cosas similares donde pueden verlo otra vez?
Herminio comenzó a cavilar. Visto de esa forma, la labor de la Asociación Estatal de Creadores de Bulos había realizado una labor excepcional. Y él, mediante su papel de Community Manager, colaboró en ello. "Deberías estar orgulloso, pocos pueden decir que hayan participado a la hora de crear una sociedad mejor", soltó Aurelio pareciendo leerle la mente.
- ¿Y qué tiene que ver la prensa satírica con ello? Llevo leyéndola desde que era un crío, ¿qué hay de subversivo en ella?
- ¿No lo adivinas? Me cuesta creer que alguien de tu sagacidad no lo haya intuido.
- Pues no.
- Imagínate al bufón de una corte. Estos eran los únicos que podían criticar al Rey, o al Señor de turno. Pero, en el fondo, nadie entendía sus gracias. Pasaban desapercibidos como si fueran invisibles. Con la sátira pasa exactamente lo mismo. Lo mejor es eliminarla de raíz. Ya ha hecho demasiado daño laminando las mentes de algunos que la consumen.
- Entonces cumple su cometido. Aunque sea de manera superficial.
- No. Ese no es su objetivo. No tiene ninguno. Si queremos que la paz reine en la sociedad debe ser eliminado por completo. Aunque cree un cisma en las editoriales.
- ¿Pero no estaríamos cayendo en la censura?
- ¿Censura? No existe la censura si es por un bien mayor. Imagina que tienes un personaje que, por sus ideas, es perjudicial hacia el resto de los ciudadanos. Lo mejor es lograr que calle. Convertir cada cosa que diga en un infierno. Volver su día a dia un directo constante. Incluso aunque sea en diferido. Presionarle. Hacerle la vida imposible. Laminar su falsa libertad de movimiento. Y esa será la nueva función que ejercerá el Periodismo. Además de centrarse en la comunicación institucional.
- ¡Pero eso es contrariar todo lo que hemos estudiado! ¡Nuestros mismos principios! ¡Cualquier Código Deontológico o Libro de Estilo!
- No. Eso nos convierte en las mejores herramientas que pueden llegar a utilizarse al momento de buscar un futuro mejor. ¿Me estás diciendo que vas a renunciar a toda la ingente suma de dinero que cada mes verás ingresar en tu cuenta corriente?
Comenzó a meditar. La verdad es que todos aquellos principios hacía mucho tiempo que los había empezado a dejar atrás. Ni siquiera se esforzaba en analizar y profundizar en la información. Se sentía satisfecho cada vez que su ego era agrandado un poco. Y desde hace dos semanas, desde que fuera emitido el primer matinal con él al frente, su pecho sobresalía más de lo normal. Y se sentía cómodo. Libre de culpas o sentimientos negativos.
- Vale, ¿y por qué quieres realizar algo parecido a "Informe Semanal"?
- Por estar entretenido. Y que la gente no olvide mi rostro. Soy como aquellos líderes que deben estar en cualquier esquina. Las personas deben recordar quién soy. Y si es mandando un mensaje que aparenta ser más profundo podrán asumir a la perfección cuál es su papel y qué es lo que esperamos de ellos. Es un "quid pro quo". Mañana nos lo agradecerán. Sobre todo cuando vivan cómodamente y olviden todas las preocupaciones que pudieran tener. Van a crear una sociedad idílica. Y nosotros les mostraremos sus valores.
El joven volvió a sumergirse en sus pensamientos. ¿Era eso correcto? ¿Legítimo? "Siempre has creído que detrás de todo había algo más; ahora está siéndote revelado. No creo que vayas echarte para atrás. Te gusta sentirte el foco de atención. Disfrutar de una vida cómoda. Y en cuanto le cojas el truco a lo que estás haciendo, en cuanto comprendas sus tejemanejes, podrás delegar en los demás y tener todo el tiempo del mundo. Disfrutarás. Y tendrás el honor de cimentar las bases de la sociedad".
Suspiró. Sí, aquello era así. Siempre había pensado que detrás de todo había algo más. Y que, aunque fuera sin saber qué, estaba desempeñando una labor más profunda. Sonrió. Sí. Por fin entendía todo. Por fin encontraba sentido a lo que le rodeaba. Y lo apoyaba. Aunque fuera por el más puro egoísmo. Por el orgásmico egocentrismo que sentía al ponerse ante las cámaras. Todos le escuchaban. Todos asumían lo que decía. ¿Pero qué sucedería con los más que presumibles disidentes?
Otra sonrisa apareció en su rostro. Era verdaderamente embaucadora. Aurelio tenía una facilidad tremenda en cuanto a lo de hipnotizar a las masas. Dio un pequeño golpe en la mesa y se levantó. Fue hacia un pequeño armario y lo abrió. Allí había una botella de coñac. La sacó y lo sirvió en los vasos que tenían delante. "¿Tienes algún inconveniente en firmar por nuestro prometedor futuro? ¿Por el de la sociedad?
- No, desde luego que no.
- Bien, entonces brindemos. Debes estar abierto a todo lo que a partir de ahora te explique. Serás mi alumno. Algún día ocuparás mi puesto. Pero hasta entonces aprenderás y harás todo lo que te diga. La ciencia de la palabra es maravillosa. Sólo has de poner de tu parte y obedecer.
- ¿Sólo eso?
- ¿Te parece poco?
- Tal vez sí. Parece demasiado fácil.
- Bueno, ya me contarás dentro de un mes. Cuando el nuevo espacio que presente sea estrenado. Hasta entonces, centremos nuestra atención en el matinal. El otro ya lo harán por nosotros.
- ¿En serio?
- Claro. Esto va a estar delegado en áreas especializadas. Llegado el día sólo tendré que leer el "telepronter". Y un paso más habremos completado.
- ¿Y qué pasa con el humor?
- ¿Acaso no lo imaginas?
- No.
- Crearemos un espacio dedicado a ello. Los de Asociación Estatal de Creadores de Bulos serán los encargados de producirlo a partir de los chistes que hacías en el colegio.
- ¿Cómo?
- Todo está controlado, tranquilízate. ¿Acaso crees que no sabía cómo eres?
- Eran chistes muy malos.
- Es perfecto. Ahora, volvamos a brindar por todo este proyecto.
Lo hicieron. Tras ello, se dieron un fuerte apretón de manos y Herminio abandonó el despacho. Estaba satisfecho. Contento. Realizado. Al fin había logrado comprender todo. Y el resultado le complacía.

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