"HORA DE SOBAR UN RATO" (EPÍLOGO) ...

El martilleo en su cabeza era atroz.

Además, el calor

hacía que su vista se nublase.

Así que, apoyándose en su cama,

fue esperando a que todo pasara.


Cuando se sintió algo mejor,

aunque sólo fuera un poco,

cogió una aspirina

de las que guardaba

en su mesita de noche.


La acompañó con un vaso de agua.

Y cuando el cuerpo se repuso

fue a la cocina a tomar un café.

Y este debería de estar caliente.


Lo estaba. Le quemó la garganta

y soltaría un grueso grito.

Poco a poco, trató de calmarse

y bebería más pausadamente.


Su temperatura bajó.

Fue la del café, la otra no.

Aún era tremenda

la que se percibía

incluso en el amanecer. 


Además, el domingo ya pasó

y esperaba el "curro"

por mucho que le pudiera joder

aquella testaruda resaca

que parecía carcomerle el alma.


Por lo que tuvo que armarse con el valor

que le caracterizaba

en esas circunstancias tan lamentables.


Así que no era la primera vez,

menos aún sería la última.

Y lo único que deseaba

era no tener que vomitar en el trabajo.


Y mucho menos en el transporte

público que utilizaría

con tal de que le llevara.

Alguna vez ya había formado un espectáculo.


Así que decidió hacer tripas corazón

y que tuviera que pasar

lo que pudiera estar atado a la suerte. 


Al dirigirse a la ducha

decidió con dulzura mimarse.

Fue rápido, automático.

Al salir, se secó y fue a vertirse.


Después, cogería las llaves

y los bártulos del "curro".

Bajo dos tramos andando

y al salir contemplaría la ciudad.


Continuaba el calor sofocante.

Pero tenía que tirar 'palante.


Con personas iría cruzándose

a la par que iban ignorándose.


Y al ir cruzando las calles

a donde el autobús llegó

tuvo que esperar un rato,

pero el vehículo llegaría puntual.


Al llegar a la oficina

fichó y fue directo a por un café.

Se lo tomaría despacio. 

Ya tendría tiempo en el que estresarse.









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