LA PROFUNDIDAD DE LAS COSAS

Hay cosas a las que no habría que tenerle miedo. 

Por ejemplo, a vivir nuestra vida.

Aunque se nos presentase dura

o cómo debemos recorrerla nos dijesen,

o que esta es de tal o cual manera comentasen.


También cosas por las que no sentir el vértigo.

Por ejemplo, a sentir todos los días.

Aunque no resultasen la fiesta 

que imaginábamos que podrían alcanzar a ser 

en medio de un lugar sin presidir los disfraces. 


A recorrer las distancias con la imaginación

mientras admiramos el paisaje

desde la cima de una montaña sin escalar.


O contemplar el fondo marino

a través de los relatos que contaran

aquellos que disfrutaron la fortuna

de observar de cerca sus interrogantes.


Incluso a saltar de vez en cuando

sin que alguna razón ostentar pudiera

el motivo por el que dejarnos llevar

ante las energías de un mágico instante.


Y cosas a las que habría que darles importancia,

pues son gastadas por la costumbre 

que suele envolver a lo común y hasta lo diario.

 

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