Los horarios y sabores de la hostelería
Hay reseñas que llegan a ser irreales por lo que en ellas plantean
Incluso con el riesgo de resultar repetitivos, el echar de vez en cuando una ojeada a los distintos perfiles que Soy Camarero dispone en las Redes Sociales suele ser un ejercicio pintoresco. Sobre todo por las reseñas que ahí se vuelcan en compañía de sus respectivas repuestas. Más aún si estas vienen acompañadas del respaldo de los que serían clientes del negocio; o por la cercanía en cuanto al territorio provincial se refiere. Por ello, incluso pudiendo sumergirnos en lo pedante, en el día de hoy les traemos dos de ellas.
Habiendo sido ambas reflejadas este lunes 21, la primera la hemos escogido por lo que ya hemos comentado; por su proximidad. Ante esto, nos hemos de trasladar, aunque sea haciendo un ejercicio de imaginación, a la capital bizkaína, Bilbao. En concreto, el negocio hostelero es el Kurrusku Kaialde Plaza Unamuno. Esa plazoleta del Botxo es un lugar mítico en cuanto a quedadas por la salida del Metro que esa zona dispone. Aunque, siendo exactos, la ubicación del local está en la calle María Muñoz. Encontrándose ahí, busquen un edificio verde pistacho en el que podrán observar la bandera de la CNT. En esa arteria que parte hacia el Casco Viejo lo localizarán.
Un pan "guardado" desde navidad
La crítica sorprende por el uso de la jerga coloquial de la que hace gala Nicolás David Jaso. Usando el término "primo" al final de la primera frase, señala que sería "un asco de sitio". Y es que describe el café como "agua de fregar". Nos queda la duda de si antes de usarla o después, pero añade que las tostadas eran "duras como piedras", además de señalar que el pan de estas "sabía a guardado" por haberlas tenido desde navidad. En su opinión, aquello "no era un desayuno, era un castigo". Todo ello antes de cargar contra los empleados del establecimiento.
Según indica, allí se encontraban un varón y una "chavala". Al primero le tilda de "muy hablador", pues "no calla ni "pa servir" (sic). También le reprocha que cuente "su vida entera" mientras él sólo quería "comer tranquilo". Y de ella asegura que "no sabía ni dónde tenía la cabeza". Incluso arremete acusándola de que miraba "como si le hablaras en chino" al momento de plantearle alguna duda. He ahí que recurre al término "chachos" con tal de indicar que estaba "mal todo" y que era "'pa no volver ni a preguntar la hora" (sic). ¿Su conclusión? "Una verdadera vergüenza".
¿Y cómo reaccionó el negocio? Finalizaban lamentando su "mala experiencia", aunque le daban las gracias por el hecho de que no fuera a regresar. Interesante uso del sarcasmo, sobre todo teniendo en cuenta que defendió a la empleada revelando que, además de estar en prácticas, era su primer día de laburo. "Empatía con la gente joven trabajadora, cero", acusaba.
Del otro empleado señalaba que es "bastante bueno", además de ser "un barista con gran conocimiento de cafés". E indicaba que "no tenía tiempo para contar su vida a nadie mientras estaba trabajando". Ello teniendo en cuenta que la situación le parecía rara. "¿Todo eso ha pasado sólo contigo?". Y recalcaba que también son panadería, por lo que no les haría falta "guardar pan desde navidad" con tal de hacer la tostadas. "Lo hacemos todos los días y es recién hecho", afirmaba en su alegato.
El caso del vaso de leche
Llegado a este punto, hemos de proseguir nuestra travesía onírica hasta alcanzar la provincia de Ciudad Real. En concreto, nos trasladaremos a 42 kilómetros de esta localidad, pues es ahí donde se encuentran Almagro y la Cafetería Xema, la cual es la protagonista de la siguiente reseña. Habiendo sido plasmada por Alberto Baker, lo sucedido tuvo lugar alrededor de la una de las madrugada. Fue en ese momento cuando se acercó a pedir un vaso de leche, justo cuando "el equipo estaba cenando en mesa larga".
Al preguntarles si estaban abiertos con tal de solicitar la bebida láctea, la respuesta de estos fue negativa. Un "NO" que fue reflejado de esta manera, en mayúsculas. Su reacción se resume en un plantear hacia que deberían cenar en su casa o meterse dentro y cerrar, incluso sopesaba que tendrían la opción de poder hacerlo en otro. Aunque planteaba que podrían haberle hecho "un sitio" y así tomarse algo. "Porque era una hora terrible para encontrar algo abierto", relataba.
En respuesta, desde el local lamentaban la mala impresión de Alberto, aunque quisieron aclarar la situación. "Cuando un local está cerrado, está cerrado. Aunque estuvieras viendo al equipo cenado fuera eso no significa que el local siga prestando servicio al público". He aquí que les planteamos los siguientes dilemas. ¿Cuál de las dos partes actuó de forma lógica? ¿Cómo han reaccionado al ponerles sobre la mesa la forma de actuar de las dos partes? ¿Es algo "normal y merecido" el cenar tranquilamente al aire libre después de "día largo e intenso de trabajo"? ¿Pedirían ustedes ese vaso de leche, u otra cosa, en esas circunstancias?
¿Sería necesario recurrir a La Nave del Misterio?
Volviendo a la exposición, desde la cafetería describían que "las luces estaban apagadas, las sillas recogidas y todo cerrado, lo que para la mayoría de personas es más que suficiente para entender que ya no se atiende". Puede que sólo les hubiera faltado tener que recurrir a Iker Jiménez y su equipo con tal de comprender la situación que Baker solicitaba, pero estimaban que no era necesario "tener que cenar dentro, esconderse o tener que marcharse para que quede claro que el servicio ha finalizado".
¡Ay, amigo! Pero es que volvemos a un tema candente en hostelería: el derecho "a disfrutar de un momento de descanso" sin que se les exija "seguir trabajando fuera de horario". Algo a lo que no iban a renunciar pese a que lamenten que "esto" le hubiera molestado. Además, y agradeciéndole su "comprensión", esperan que puedan entenderlo. Mas aún si en un futuro interpretara como "el final de la jornada" el hecho de ver a un equipo en esa situación mientras le rodea las mismas circunstancias.
Los defensores de la cafetería
Al menos se sentirán reconfortados por el apoyo que la gente les ha mostrado en esa misma zona que Google tiene a su disposición. "¿Acaso no tiene leche en casa? O peor aun, ¿quién va en la madrugada pidiendo vasos de leche? ¡Lo que tiene que aguantar, ¡vamos, chicos!", se quejaba leydi alexandra. Y es que, en opinión de Carl Andrerw Cox, el servicio es "impecable" pese al "impresentable de Alberto". "Me encanta cuando los hosteleros cuidan a su gente, y sobre todo cuando dejan la mala leche fuera del local", esgrimía Laura Esteban Abajo. Y hay quien afirma que son "buenísimos los vasos de leche y a la hora normal que toca ir a una cafetería, no a la hora que a mí me sale de las narices", tal es el caso de Alberto Rodríguez Fernández.
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