"HORA DE SOBAR UN RATO" (ANTOLOGÍA) ...

"HORA DE SOBAR UN RATO"...


Que dice que no le da la gana

salir y pasar el rato,

que prefiere quedarse en su casa

con la calor que hace.

"Quizás me tomé un vinito

si el cuerpo lo pide".


Apaga la luces

y después enciende el televisor.

"A pesar del calor... ¡Qué paz!"


Y va cambiando de canal,

y sólo encuentra un cándido circo 

libre de colores. 


Pues nada, no hay nada en la pantalla.

Le da por pensar un rato

y decide ir hacia la despensa.

Lentamente la abre,

ve la botella de vino

y así que la coge.


Agarrando un vaso va y se sirve.

Su temperatura es buena,

y tiene un sabor más que agradable.

Decide volver a la sala y a su sillón.


Va saltando los canales

y sigue sin aparecer nada.

"¿Y si me cambio y doy un «voltio»?".


"Pues no, será mejor que no".

Le da por bajarse la bragueta

y mimar sus genitales.


Al terminar mira la hora. "Es tarde,

tendremos que ir a la cama".

Pero antes se lavará los dientes.

"Bueno, a dormir; hora de sobar un rato".


"HORA DE SOBAR UN RATO" (II) ...


Se levantó en medio de un gran calor.

Aun así, y con todos los sudores,

optó por mimar su genitales.

Lo hizo muy despacio y con paciencia,

como si fuera un arte o una ciencia.


Al finalizar, suspiró.

También se limpió y fue a la cocina

con el propósito de tomarse un café.


Luego llegaría el momento de ducharse,

acicalarse y coger la ropa

con tal de salir un rato.


Pero antes, fumaría un cigarrillo

mientras le acompañaba otro café

en la ventana al mirar la calle.

Parecía hacer un caluroso día...

aunque ¡menuda la que se venía!


Hizo acopio de su valor y cogió las llaves.

El portal era agradable, y más que fresco.

¿Qué pasaría cuando la calle pisara?


Al salir, la que fue su primera bocanada

casi le dejó bailando.

Aquel calor se le metió

en los mismos huesos a través de los pulmones. 


Aun así no cabía opción alguna de marcha atrás.

Comenzaría con un paso

al que le seguiría el sudor.

Y como él, igual iban el resto de las gentes. 


La calle parecía un fuego con sus brasas.

Los cuerpos parecían pedir refrigerios

al paso de los que en ella osaran adentrarse.


Entró en un bar y sintió su frescor.

Pidió una "cervecita" y salió a la calle;

quería evitar un golpe de calor

por estar en lo agradable que en él había.


Y muy despacio la fue tomando.

Al acabarla, suspiró. Luego se fue

aguantando el calor mucho mejor.

Sí, parecía que iba a ser muy largo aquel día.


"HORA DE SOBAR UN RATO" (INTERLUDIO) ...


Fueron pasando las horas...

Estaba sentado en su sillón, otra vez.

Pero ahora con una cervecita en mano

y como vestimenta la ropa interior ...

y la televisión puesta.


Esta le parecía vacía,

hueca y sin un contenido.

Pero la cerveza estaba fresca

en el presidir de su cabeza.


¡Qué largo había sido ese día!

¡Qué largo fue su corazón!

Pero disponía de recompensa

fresquita guardada en la nevera.


Pero llamaba la cama.

Aunque antes de ello debería de ducharse.

Incluso hasta mimarse durante un rato.

Así que levantó y fue directo al baño

y dejó correr el agua.


Al secarse al terminar de salir

se fue directo al dormitorio con la cabeza

envuelta en la borrachera y sus efectos.


Y durmió de un tirón a pesar del calor.

Pero al despertar la cabeza le daba vueltas

por el fragor y una resaca vil. 


"HORA DE SOBAR UN RATO" (EPÍLOGO) ...


El martilleo en su cabeza era atroz.

Además, el calor

hacía que su vista se nublase.

Así que, apoyándose en su cama,

fue esperando a que todo pasara.


Cuando se sintió algo mejor,

aunque sólo fuera un poco,

cogió una aspirina

de las que guardaba

en su mesita de noche.


La acompañó con un vaso de agua.

Y cuando el cuerpo se repuso

fue a la cocina a tomar un café.

Y este debería de estar caliente.


Lo estaba. Le quemó la garganta

y soltaría un grueso grito.

Poco a poco, trató de calmarse

y bebería más pausadamente.


Su temperatura bajó.

Fue la del café, la otra no.

Aún era tremenda

la que se percibía

incluso en el amanecer. 


Además, el domingo ya pasó

y esperaba el "curro"

por mucho que le pudiera joder

aquella testaruda resaca

que parecía carcomerle el alma.


Por lo que tuvo que armarse con el valor

que le caracterizaba

en esas circunstancias tan lamentables.


Así que no era la primera vez,

menos aún sería la última.

Y lo único que deseaba

era no tener que vomitar en el trabajo.


Y mucho menos en el transporte

público que utilizaría

con tal de que le llevara.

Alguna vez ya había formado un espectáculo.


Así que decidió hacer tripas corazón

y que tuviera que pasar

lo que pudiera estar atado a la suerte. 


Al dirigirse a la ducha

decidió con dulzura mimarse.

Fue rápido, automático.

Al salir, se secó y fue a vertirse.


Después, cogería las llaves

y los bártulos del "curro".

Bajo dos tramos andando

y al salir contemplaría la ciudad.


Continuaba el calor sofocante.

Pero tenía que tirar 'palante.


Con personas iría cruzándose

a la par que iban ignorándose.


Y al ir cruzando las calles

a donde el autobús llegó

tuvo que esperar un rato,

pero el vehículo llegaría puntual.


Al llegar a la oficina

fichó y fue directo a por un café.

Se lo tomaría despacio. 

Ya tendría tiempo en el que estresarse.








































 












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