LOS CIGARROS Y SUS MOMENTOS

Podría mentir si dijera

que no disfrutaba de tus huesos.

Que los cigarros de después

eran la fuerza que emerge

pese a su elemento en lo oscuro

que determinan sus formas.


Que al mezclarse con el oxígeno

habido en mi pecho hacía bombearse

la sangre por todos los rincones

de mi cuerpo al tumbarse en la cama.


Que solía disfrutar del silencio

que suelen producir los rincones

cuando se suelen callar las voces 

dejando paso a la tranquilidad.


Podría mentir si callara

que alguna vez no te mire en sueños.

Si no llegué a despertarte

fue por el no molestarte

y pudieras seguir disfrutando

de los instantes que dan paz. 


Y llegada la mañana... te miraba

como si fueras la brisa que trae la mar.


Con el llegar de la tarde... te observaba

como si fueras la luz que trae la Luna.


Más allá de los instantes...

o lo que guarda el corazón...

a veces un cigarro no nos viene mal

a pesar de lo que conlleva su fama.


Más allá de lo latente....

o lo que guarde la razón...

a veces un cigarro nos da que pensar

sobre los momentos que nos suele otorgar. 




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