El día en el que se sintió cuerdo al coger una flor
13/VI/2020
"El único momento en el que me sentí cuerdo fue aquel en el que recogí una flor roja. Lo hice con mucho cuidado de no pincharme con sus espinas. Eran duras y afiladas. Pero las quité con suavidad procurando no dañar su frágil, suave y verde tallo.
"Después de deshacerme de todas ellas pasé los dedos pulgar e índice de mi mano derecha sobre él. También guardé una de estas en la bandolera que llevaba; lo hice envolviéndola en un pequeño trozo de papel que resguarde en un pequeño bolsillo que tenía aquel monedero de tela.
"Antes de oler su exquisita, y dulce, fragancia; antes, incluso, de guardar la verde y afilada espina, volví a pasar el dedo índice de mi mano derecha sobre su punta para sentir lo afilada que estaba. Sentí la forma en la que surcaba sobre las marcas de mis huellas dactilares. Fue subiendo y bajando cuando pasaba por cada una, que percibí el escalofrío que originaba.
"Miré el pulgar de mi mano izquierda. Repetí sobre él lo que momentos antes hice sobre el índice de la mano derecha. Sólo que, esta vez, apreté un poco en la punta de él con la fuerza suficiente para atravesar la piel y notar un pequeña punzada justo antes de retirarlo.
"Contemplé atento la circunferencia viscosa que iba formándose. Su tono rojizo contrastaba con el de la piel. Me llevé el dedo a la boca. La sangre todavía esta caliente y su sabor era un contraste perfecto entre lo dulce y lo agrio.
"Fue en ese momento cuando decidí oler el perfume de la flor. Este era dulce, cálido y suave. Su rojo carmesí contrastaba con el verde de las plantas de aquel húmedo bosque. Decidí volver a plantarla a los pies de un árbol que crecía majestuosamente en mitad de aquel lugar.
"La tierra la acogió entre sus brazos y volvió a crecer con más fuerza que antes, mostrando un color rojo más hipnotizante, si cabe. Y esta fue la única vez que me sentí cuerdo".
Comentarios
Publicar un comentario