DESDE QUE LA LUNA CAMINA...
Será que la Luna suele cantar
incluso sin pretenderlo.
Será uno de sus misterios;
uno de los habidos en los amaneceres.
Aquellos en los que se presenta
esbelta en el firmamento.
Es uno de tantos muchos,
como cuando también se la ve en el atardecer.
Dicen que también recita
relatos de los tiempos antiguos
a aquel que la quiera escuchar.
Pero aquel debe sumergirse en la magia,
hacer que salga su niño interior
sin sentir el peso de los años
y sin olvidar la edad presente.
Y dicen que es capaz de transformar los días,
hacer que resurja todo el calor
que, por lo que sea, fuera olvidado
al volverse germinar latente.
En ello baila la calma
en una imperecedera canción
sin necesidad de brillar.
Y por esto se maravilla el Sol.
Y la Luna también siente
lo mismo que reluce en él
en una sincronicidad mutua.
Incluso estando en un desacuerdo,
pues a veces les sucede.
Pues son sus vicisitudes
desde que les diera por caminar.
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