LA PROFUNDIDAD DE LOS VICIOS

Y los vicios recorrían su cuerpo...

concediéndole un tremendo placer.

Pero estos tenían fecha de caducidad.

Y con esta se acercaría la penumbra

y el fin de algo que le sujetase.

Algo que le calmara sus fuegos. 


Eran fuegos que le enfriaban,

que le hacían tiritar en verano

y palidecer en los inviernos.

Eran como un hilo imposible de tejer.


Estos hilos eran brisa

colaborando con el sofoco.

Una brisa volcada en traer calor

sin contribuir a que haya verdes paisajes.


Eran gráciles en los principios,

tremendamente toscos en los finales

a la par que cada meta se erguía.


Sus rectas tenían forma de esfera

en medio de curvas infinitas.


Y estas infinitas curvas aunaban 

los hilos que jamás se juntaban. 


Y las noches jamás tenían su día,

pues totalmente mudos resultaban ser

aunque trataran de hablar a gritos.








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