LA TAZA DEL TRASFONDO

Las cuatro líneas de este párrafo, quizás, no te digan nada. O pensarás que no llevó tiempo el hecho de edificarlas.  Las cuatro líneas de este párrafo, quizás, no te llenen nada. Tampoco es que sea ese su objetivo, aunque quizás no lo tenga. Esa línea de menos de este párrafo acompañará al siguiente en este conjunto que no expresa. Esa línea de menos de este párrafo es la señal del presente en el alcanzar su punto final.

Que levante la mano aquel que nunca degustó el miedo. El que no vio una frontera imposible de atravesar por esa misma sensación que dice que no comparte. Que levante la voz ese que nunca sintió pánico. El que vive en las certezas formando una fortaleza sin una distinta visión por la que el mundo comprende. Que diga si tiraría la piedra para esconder a continuación la mano tal si nada sucediese. Si sabe de arrepentirse o, por el contrario, en su fiel diccionario no hay cabida para esa palabra. Que si puede mirar a las dudas como si estuviera mirando a los ojos de una persona que amase. Que cuente, por lo tanto, quién es sí y quién no después de autoplocamarse en el juez que dice ser el que todo sabe y a su entender nada se le escapa. Que mente, con su razón, cada designio que le hacen lucir el estandarte en todas sus batallas constantes que le otorgan sentido a su mundo. Que narre, con su estilo, cada párrafo sobre qué es lo que a la vida le hace ser de la manera que dice que es sin hab...

El cortometraje de Colin Trevorrow da continuidad a "El Reino Caído" imdb.com Llegó a mis manos de forma casual. En los instantes que uno ojea las diferentes noticias en internet. Justo esas que aparecen por designio de los algoritmos. Ni siquiera tenía constancia de su existencia, al igual que llegara a afirmar su redactor. Sería a mediados de abril, poco antes de que fuera anunciada la primera película de la nueva trilogía de "Jurassic World". Más concretamente, el "Renacer" que arribará a los cines el próximo 02 de julio. Estamos hablando de un cortometraje que llevó por título "Battle at Big Rock". Y, a pesar de no aportar nada nuevo al Universo del total de la franquicia, sirvió de aperitivo hacia sus seguidores antes de que pudieran degustar el "Dominion" de 2022 comandado por Colin Trevorrow. Aunque tuvieran que esperar tres años, pues fue estrenado uno después de "El Reino Caído" (2018) de J. A. Bayona. Pese a haber co...

Con su nueva canción tiene la intención de acudir al "Benidorm Fest" Imagen del videoclip (Luis Blasco, Youtube) Dejando de lado aquello de que las comparaciones son odiosas, muchos estaban esperando que Leticia Sabater lanzara lo que es su ya habitual sencillo veraniego. Y es que la barcelonesa (qué lejos quedan aquellos tiempos del "Leti Rap") ha abandonado su tónica habitual y, en esta ocasión, se ha aventurado con una versión. Nada más, y nada menos, que del "Yo No Soy Esa Mujer" de la mexicana Paulina Rubio. Y decimos que ha abandonado su tónica habitual porque, por lo menos en apariencia, se quita parcialmente el aura "friki" que la rodea. No es que realice una interpretación propia de los ángeles en lo que a habilidad tonal en se refiere. Menos aún ofrece una imagen pulcra y refinada en un videoclip que pueden encontrar en el portal de Youtube de su director, Luis Blasco. Partiendo de lo que Sabater ha afirmado en Instagram, "es un re...

Decían que tenía el corazón en un puño. Otros que sobre el filo de una navaja. Pero la realidad era que guardaba con mucho mimo esa parte por todo lo que una vez hubo sufrido. Y no, nunca llegó a ser un caparazón ya que, a veces, dejaba que el aire entrara. Y es que, en el fondo, precisaba respirar igual que las otras gentes. No, no era que fuera diferente al mundo. Sólo era que miraba distinto o se fijaba en otros matices a pesar que de "rarito" le tacharan. Y sí, sentía igual que las otras personas pese a que expresara diferente o lo hiciera según sus principios. Pero en el fondo, o todo el envase, sólo era cuestión de protegerse. Algo que solemos hacer todos, aunque algunos ostenten una coraza. O sea, que no era el extravagante que podían alcanzar a tildarle. Sólo era que contemplaba el mundo mediante sus personales circunstancias. 

22/V/2021 Imagen de archivo (su procedencia está indicada en la parte inferior izquierda) En muchas ocasiones habrán oído aquello de que las calvas están de moda. Hasta puede que conozcan a alguien que, por los motivos que fuera, haya decidido raparse su testa y afeitársela con tal de seguir aquello que estuviera a la orden del día. Incluso puede que les suene familiar, o de oídas, aquello de que en la India suelen llevar caretas en la parte trasera de su cabeza. Justo en la zona en la que la Amparo Baró solía fijar sus arrebatos en la serie “Siete Vidas”. Todo con la intención de evitar el ataque de los tigres cazadores de hombres, ya que parece que se sentirían amenazados al observar un rostro. Es decir; un método de autodefensa. Pero quizás no sepan de la última tendencia estilística que está imponiéndose en Nueva York entre los que han visto la forma en que su cráneo se vuelve lampiño. Ya les comentamos hace algún tiempo que el último grito entre aquellas personas que llevaban barb...

Se nos volvió tan natural... que dio paso a la costumbre envuelta en las tradiciones... ¡En ese traje vistieron a lo que llaman corrupción! Otra forma de tildar el despotismo al tirar del juego del lenguaje que ve cómo se deforma. Se silencian las palabras para luego ir con las actitudes cuyo propósito será denunciarlo. Sí, se volvió tan natural... que sirvió a la servidumbre disfrazada de deberes. ¡Con ese traje es cantado la fábula de su esfuerzo! Y este es traducido en la meritocracia envuelta en favores. Ya sea de interés de los cercanos o en el fortalecer la posición. Posiciones que únicamente perpetúan el frío del interés.  Ya sea de lo que vino de lejos o lo logrado con contubernios. Contubernios que dicen ser la palabra de voces comunes. Aluden así al bien de todos por el beneficio de unos pocos. 

Puede que me veas en un autobús. Quizás deambulando por las calles. ¿Qué calles? ¿De dónde? ¿De qué lugar? Quizás no lo sepa ni yo. Aunque al tirar por seguro estaré dando pie a mis cábalas. Puede que no te sean importantes, pero fijo que también lo haces tú.  Quizás serán cosas de la vida. De lo que en común todos tenemos. Aunque algunos digan lo contrario. Será cosa de la vida y sus vertientes. Quizás sean cosas de la rutina.  O de algo que suelen sumergirnos. De un ego que no es disimulado por el disfrutar de poseer a la gente. Pero quizás me veas sin llegar a verme. Que me contemples con un disfraz vestido al que tu impresión diera forma. Eso suele ser de lo más normal. Mucho más común de lo que a creer llegamos; o por lo menos eso también lo dicen. Dicen, dicen. ¿En serio alguien se conoce? ¿Podemos conocer al de nuestro lado si nuestra alma algo nuevo nos guarda? Por lo tanto, me ves y no me ves. Te veo, pero no, no te veo. ¿Quién le conoce a quién si caemos en nuestras ...

Le costaba tanto... le costaba tanto calentarse durante el invierno que con el verano en su calentar no encontraba calor. Añoraba tanto los veranos que cuando estos estaban delante no los reconocía. También le sucedía con cada día por desear la noche, pues no lograba diferenciarlos. Se guardaba tanto... se guardaba tanto de su traje que al ir con él puesto creía que iba vestido de lo casual al no ver su valor. Hacía su camino sin darle importancia. Tanto que ignoraba lo que pasaba a su lado o las personas que se cruzaban con él. Era un camino con penas y sin glorias. Pero, en realidad, estos no los presentía. Era como si estuviera inmerso en un espacio que no entendiera de curvas ni límites. Era un camino sin colores ni formas.

Érase una vez una vela un tanto personal. Y por curioso tenía su fuego, ya que de ella no era proveniente. Lo mismo pasaba con la cera que guardaba. Érase una vez una vela un tanto curiosa. Desde ella emanaba un raro calor: parecía que nunca iba a agotarse. Y eso que todo ese fulgor no le pertenecía. Resultaba que no venía de ella. Provenía de distintos lugares y les iba sacando su fruto. Era como si los exprimiera... eso solían comentar algunos. Y con ello iba formando un Todo...  donde se reflejaba La Nada. Esta acababa ocupando El Vacío en un gigantesco recipiente vuelto en una balsa diminuta. Pero solía prender bajo el agua... Eso era la cosa más curiosa. Aunque esta fuera de los océanos. Incluso en la arena de desiertos, bajo ella, con fuerza solía emerger. Nunca llegó a apagarse su llama. Incluso cuando estaba apagada. Aunque aquella no fuera algo propio incluso al provenir del corazón. Era una vela que solían prender.

Hubo antaño una botella. Unos cuantos la veían vacía. Algunos más la veían llena. Para algunos brillaba sin color.  Para otros carecía de sentido. Para unos era de cristal. Pero otros no le veían nada. Ni siquiera sus maneras. Era una botella sin misterio. Pero también disponía de cuento. Era una botella con personalidad, aunque también sin encanto alguno incluso teniendo tonos verdes para muchos imposibles de ver. Era una botella con bastante gracia, aunque también llena de lo soso en aquellos que eran incapaces de asimilarla por su comprender. Era una botella en la nula elegancia, por lo menos en algunos ojos cuando otros sí podían ser capaces de discernir sin otear un traje. Era esta una botella sin tapón. Aunque en ocasiones lo portaba cuando, en realidad, resultaba no estar presente.  Quizás, hasta podría ser una botella ausente  al presidir una gruesa mesa  que preside el dibujar de un cuadro. 

Hay sonidos que nos son comunes... tan comunes son que pasan desapercibidos. Imaginen el de los platos al fregar... Este se va mezclando con el del agua y su golpear en la superficie de los trastos. O el colocar con tal de que sequen. También nos pasa con los olores. Pero de Lobezno su suerte no disponemos en lo que sería un olfato descomunal. Por lo que lo de a cada momento fumar se nos vuelve algo completamente innecesario  con tal de no tenerlos presentes.  Sucede lo mismo con las sensaciones... tanto que cuando no disponemos de paz hasta podemos alcanzar a olvidarla por estar sumidos en un ciclo. Suele pasar también con las emociones... no llegamos a disfrutar de la alegría y la anhelamos cuando nos es cortada por algo que no nos fue previsto. Sucede también cuando el calor aprieta al rogar por el frío del invierno o al cambiar las estaciones. O ignorar un prado verde como el que vislumbra los desiertos y los desprecia por no apreciar su vida. 

16/V/2019 Poco queda para el viernes cuando estamos ya en jueves. Y por estas latitudes, en el dictado que al último le coloca en el centro de la semana, este va camino de su encuentro después de haberse despedido del miércoles y haber tenido una amena charla sobre el hecho de que los dos días, dependiendo del lugar geográfico, sean considerados ese mismo eje. Se han dicho "hasta luego" con un "choca esos cinco, que parece que siempre estás en el medio, ¡joder!". Y así avanzará este jueves, paso a paso y minuto a minuto, cuando en un momento de la charla entre las jornadas el miércoles le dijo al jueves que ya no iba con una idea prefijada a la hora de tener una conversación con él. Le comentó que si hacía aquello se transformaría en algo superficial; artificial. "Sí, si nos marcamos unos límites a la hora de dialogar no habrá debate como tal. Porque esos márgenes imponen un tope que impide avanzar y, por lo tanto, lo que conlleva es el retroceder", le com...

Tal vez no debería haberse tomado aquel café. Quizás lo mejor hubiera sido una cerveza o un whisky. Pero a pesar de su contraria posición hacia lo que depararía aquella reunión debía estar sobrio. Aunque soltar algún que otro exabrupto no vendría nada mal. Sobre todo con tal de que tuvieran presente su opinión ante aquella "tragedia". Y no era por la frustración que sentía después de haber levantado aquella Agencia desde sus cimientos. Ni por el hecho de que fuera a ser absorbida por una de las mayores que había en el sector. Sino por cierta gente que en ella trabajaba. Así que, tras pagar al camarero y recoger los cambios habiéndole dejado una pequeña propina, salió de la cafetería y entró en un frío callejón. Después de tanto tiempo atravesándolo seguía provocándole náuseas el fétido ambiente que en él había. Pero lo hacía por una buena razón. Aquello lo mantenía despierto y alerta ante cualquier peligro que acechara. Lo mismo sucedía con el seguir aquella rutina año tras a...

Algo raro sucedía en aquella irreductible aldea gala. Los cuatro campamentos romanos que la rodeaban estaban vacíos. Sus integrantes desaparecieron de la noche a la mañana sin dejar rastro alguno. Desde ese día habían pasado cinco meses. Y las sospechas iniciales hacia un ataque sorpresa fueron a convertirse en un ambiente de alegría indisimulada. Aun así, Astérix estaba con la mosca detrás de la oreja. Más todavía desde que el bardo Asurancetúrix comenzara a cantar como los ángeles. Y no, Panorámix no podía tener nada que ver en ello. Es más, todo comenzó un día en el que no estaba. Había acudido a un aquelarre con tal de dirimir qué hacer ante la volatilización de aquellas gentes que les servían de entretenimiento. Y todavía no había regresado. Ni siquiera habían enviado mensaje alguno en el que explicaran cómo marchaban las conversaciones. Por lo tanto, mientras acariciaba su tupido y rubio bigote en aquel risco, no lograba quitarse de encima la sensación de que un desastre acechaba...