UNA MONTAÑA
Qué difícil debe ser
subir una montaña
sin nada que sujete
algún alma jadeante.
Qué difícil debe ser
el hacerlo sin agua
con la que refrescarse
bajo el sol sofocante.
Qué difícil debe ser
el contemplar su cima
y tener que descender
por las vicisitudes.
Y qué triste debe de ser
el llegar hasta ella
y sentirse vacío,
sin recordar los sudores
que fueron vertidos
a cada piedra que acompañaba
esos pasos que se dieron.
Y qué triste debe de ser
olvidarse de ella
después del esfuerzo
que supuso encaramarse
por todos sus riscos
y lo complicado que atesora
en cada uno de sus tramos.
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