LA FIGURA DE LA APARIENCIA
Nace el tronco
de la imagen.
Espejismos que nos brillan
más allá de la realidad.
Los mensajes que nos ciegan
van puliendo la sociedad.
Estos crecen
al abismo
desde su edad de expandirse.
El espejismo se vuelve formal
desplazando al disidente
mientras va perdiendo la voz
que se le desgasta
al tratar de gritar.
Este les intenta mostrar la mar,
pero le callan diciendo que se trata de un río
que lleva agua dulce
pese a que al saborearlo es salada.
Afirman que cura la enfermedad
antes de notarse,
que podría tratarse de algún milagro divino
cuyo propósito es traerles la paz.
Y castigan sin pararse
a pensar que aquel que les castiga
fue el que construyó las partes
de lo llamado pecado
mientras empujaba
por las guillotinas.
Entonces los silencios son reforzados
por ese mensaje que suele enraizarse
en lo que llamaron psique colectiva.
Complicado es el tratar de eliminarlo
al estar amparado por la mayoría.
Y por mucho que ejemplifique la historia
esto también tenderá a ser silenciado.
Se nos muestra como el arma poderosa
que, además de inteligente, es infalible
al ser siendo su ser la extrema perfección.
El silencio
se nos prohíbe
desde el que tiene voz de hablar
mientras acata las normas.
Es que son las dobles varas
al medir que fundamentan
los montajes
de la erosión.
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