LA CRIATURA DEL NAUTILUS IV

Las frías paredes de este pasillo

están carentes de vida.

Por ellas resbala el agua.

El respirar es casi imposible.

Se percibe la presencia

de alguna criatura abominable.

La claustrofobia da paso al terror.


A lo lejos se escuchan sus pasos,

la manera en la que araña

la pared mientras avanza.

Sin un lugar en el que esconderse

la nave es una fría trampa.

La encrucijada de hacerle frente

se presenta como la única opción.


¿Pero cómo hacerlo?

Parece conocer

cada esquina de la nave

mejor que nosotros.

¿De dónde proviene?

Los datos de la mercancía

indican que la subimos

en el anterior trasbordo.


Parece estar cerca.

Le delata su silencio.

En cualquier momento

podrá atacar.


Algo mana,

viene del pasillo.

Se trata de algo rojizo.

Ya tiene otra presa.


Ha cazado a todos.

Sus signos vitales

dejaron de dar señales.

Sólo queda una opción.

Tiene que perecer

con la nave reventada.

Y yo habré de estar con ellos.

Sin que quede rastro alguno.


Envío este mensaje

a modo de advertencia.

Destruyan esas criaturas.

Son instinto puro,

cazadores letales

sin ningún escrúpulo.

Aunque no entiendan 

su significado.


Al verlas disparen.

Deben ser destruidas.

No pueden ser amaestradas,

y vencidas menos.

Corran, corran, escapen.

Son el fin del mundo.

Éramos treinta.

No queda ninguno.


Winston Smith,

tripulante raso del mercante Nautilus IV desde algún lugar cercano a Zeta II Reticuli.

Fin de la transmisión.

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