EL COLUMPIO SOLITARIO

Cuánto, cuánto habrá pasado

ese columpio que se balancea

en solitario; sin nadie

disfrutando sobre él

cuando avanzan los otoños

o el verano quema las gargantas

tratando de calmar la sed

buscando qué beber. 

Cuánto, cuánto habrá llorado

ese columpio cuando se recrea

en solitario; sin nadie

que en él se le pose

mientras disfruta del tiempo

cuando sopla la fresca brisa

en su rostro besándole

algún atardecer.

Cuánto, cuánto habrá soñado.

Cuánto, cuánto habrá deseado.

Cuántas veces habrá imaginado...

que sus lágrimas no son amargas

siendo dulces como la miel.

Que salta empezando a correr

sin pretender buscar la libertad

ni que se le acaben las mañanas.

Y menos aún esas noches

en las que se acerca gente

y conversan durante sus horas. 

Cuánto, cuánto habrá saltado.

Cuánto, cuánto habrá volteado.

Cuántas veces ello en solitario.

Cuánto, cuánto habrá expresado 

ese columpio que se nos muestra 

en solitario; sin nadie 

escuchando el lustre

que le conceden los tiempos 

cuando ven gastarse su figura 

a través de unos colores 

de luz pasionales.

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