EL REPICAR DEL ECO

Corta la misma tijera

con el papel que la envuelve 

mientras que de la piedra 

que fue golpeada

brota la sangre

desde su dureza interior. 


Colócala sobre alguna mesa

como si se tratara de un jarrón 

que resultaría estar presidiendo

una fiesta que no se celebra.


Siente los restos de la música 

que se hubieron quedado impregnados

como si el eco fuera un concierto

que parece que nunca acabara. 

 

Corta y reparte la tarta

que se guardó para el postre

con todas esas almas

en el festejar 

de honrar la sangre

que pulula por su interior.


Y vuelve a disfrutar la música

como si se hubiera silenciado 

el mismísimo destello del Sol

en sus ocho minutos a llegar.


Y si tienes que descansar,

si esa necesidad sientes, hazlo;

pero después vuelve en el comenzar 

como si ese instante

jamás hubiera pasado.


Y puede que así descubras

lo que no hubieras imaginado

sin haber andado en la fantasía

notando el desgaste

que nos empuja al descanso. 


Vuelve a sentir el eco

y su repicar

al latir el corazón.

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