EL MUNDO ARDE
Arde, arde el mundo
como nunca lo hizo antes
y no nos damos cuenta.
No, no lo percibimos
estamos como estamos
atentos a nuestras cosas
que nos adormecen.
Y los que los perciben,
tal vez tratando
de ser felices en esa circunstancia,
es como si hubieran
perdido un tornillo
ante los ojos de los demás.
Por ello, sus perdices
suele ser plato
al que le da aliño la condescendencia
de una fría receta
al que quitan sabor
sin ni siquiera ser probada.
O escuchada, o leída,
o sin la oportunidad darle
de, por lo menos,
notar que también es viable
ante la que se dice la solución única.
Es esa locura
ante los ojos de otras gentes
lo que al silencio
le da fuerzas pues no se oye
lo que ante los incendios accionará la alarma.
Arde temblando
cada cimiento triste
que levantarse intenta.
Se dan los espejismos
y toman todo un cuerpo
disfrazado de belleza
meciendo las mentes.
elmundoviajes.com |
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