LO QUE SE ESGRIME EN LA RECTITUD
Ser nada. Ser todo.
Como si nada más
hubiera más lejos
en esta realidad
más allá de aquello que se esgrime,
de lo que los otros también nacen.
Y se vuelve lo obvio
en una certeza
de lo más sagrado
sin poderse alterar,
negando todos esos matices
a los que puede llegar a tener.
Incluso se nos retuerce
nuestro propio pensar
si luce sin ser acorde
a lo que dicen debe ser.
Incluso nos lo pervierten
usando sus formas
pareciendo semejante
restando su esencia.
Ahí se alimentan con ese mismo,
van sacando sus nutrientes
con tal de fortalecerse.
Cuando lo asimilan, al momento,
entonces ya son capaces
de derruirlos totalmente.
Igual que vampiros,
pues así seducen,
sacrifican, pulen,...
moldean a su gusto
hasta lograr darle forma.
Igual que verdugos
que de paz envuelven
a aquellos que sienten
esa hoja cayendo
librándoles de la pena.
Y su Gloria ¡bendita su Gloria!
que ruge señalando a los otros
como los verdaderos culpables
(y a los que van recibiendo su Paz).
Como el artífice se presenta
del sosiego... mientras nos advierte
que no habrá más camino que el suyo
y que no se ose tomar otro más.
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