EL EXPERIMENTO DEL VINO
Vamos a hacer un experimento.
Agarra cualquier vaso de cristal.
De esos mismos que por casa tienes.
Y vierte en él un poco de vino.
No tanto, retira lo que sobra
ya que luego lo tendrás que beber.
¿Has escuchado el sonido
que se produce al verterse?
Observemos sus colores.
¿Qué parece ese abanico?
Di cuál ha sido tu impresión.
Plásmala, si te parece,
por escrito después de oler
la fragancia que germinó.
Estate tranquilo,
no resulta nada fácil.
Por lo menos las primeras veces,
ni las que llegarán luego y después.
Y si fuera así de fácil...
¿tendría algún misterio?
Habrá que probarlo.
¿Te ha resultado un elixir?
¿Y con agrado lo disfrutaste?
¿Comienzas a sentir sus calores?
¿Serías capaz de describir
todo lo sentido?
Vamos a hacer una cosa.
Dilas en voz alta.
¡Eh! ¡Pero tampoco tanto!
Con que tú las oigas...
con eso bastará.
Coge boli y papel.
Despacio. Si gustas
te servirá un lapicero.
Podrás borrar así
en caso de no estar satisfecho.
Suave. Ya ves por qué cuesta.
Intenta respirar.
Ve despacio, poco a poco.
¿Fluyen las palabras?
Venga, ten paciencia.
¿Por fin acabaste?
Bien, ahora muéstrala.
Alguien deberá de leerlo.
Bien, ahora dile si
comprendió el plasmar de los sentidos.
¿No? Vaya. No importa.
Inténtalo otra vez...
Pero no hoy, descansa,
que luego a la cabeza se sube
y así no funciona.
Camina con calma
y comienza otra vez.
Y cada vez que oigas
que para nada todo esto sirve
sigue tu vereda.
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