Ibón Zubiaur: "En la RDA la censura se usaba con tal de evitar métodos burdos de represión"

El traductor detalló el sistema censor del país en la charla 'Literatura y censura' celebrada en la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao

Construcción del muro de Berlín, 13 agosto 1961 (vaticannews.va)

El objetivo máximo de la censura, además de cimentar los valores de un régimen cualquiera, es que el propio individuo los interiorice reflejándose, finalmente, en el concepto que conocemos por "autocensura". Es decir, que el sujeto siga los códigos del debate público establecidos socialmente, por ejemplo, con tal de poder vivir de sus creaciones artísticas por miedo a las consecuencias de que estas sean contrarias a ellos. Aunque sería propia de sistemas dictatoriales, el uso de ella está centrando los múltiples debates habidos en la actualidad en lo que llamamos Redes Sociales. Y, según el traductor Ibón Zubiaur (Getxo, 1971), no sería oportuno extender el uso de la palabra a estas.

No sería así si nos atenemos al concepto tradicional que se tiene de ella. El historiador estadounidense Robert Darnton la definía como aquella que es ejercida por los estados y por motivos políticos. En palabras de Zubiaur, este modelo liberal se "queda corto, insuficiente", ya que hoy la ejercen "actores privados en los medios digitales". Además, prácticamente no la ejercerían los propios estados. Explica el getxotarra que sería la "supresión, eliminación, supresión de contenidos". Y es que no hay control público sobre Google, Youtube, Facebook, Twitter o TikTok. Estos "grandes monopolios" tienen "miles de personas a sueldo" que filtran contenidos o censuran videos "24 horas horas al día".

Habiendo estudiado Psicología, y doctorándose mediante una tesis sobre la poesía del sevillano Luis Cernuda, lo que Zubiaur pretendía era crear un debate sobre los límites y filtros que deberían de haber en las Redes Sociales, pero sin aceptar de por sí lo que él proponía. Es por ello que con tal proposito se valió de la presentación de su último libro, "Estímulo y censura" (Punto de Vista Editores), publicado apenas hace dos meses. Acompañado del periodista y director del Máster El Correo/UPV-EHU César Coca, fue desgranando los mecanismos de censura literaria habidos en la extinta República Democrática Alemana (RDA), a la par que lo comparaba con lo que podemos encontrar hoy en día, en los países de la órbita de la antigua URSS o la España franquista.

En la RDA no estaba oficializada la censura

Al haber impartido clases de Literatura Española en la Universidad de Tubinga entre 2002 y 2008, además de dirigir el Instituto Cervantes de Múnich (2008-2013), Zubiaur se mostró conocedor de lo que sería la idiosincrasia alemana. Este jueves, 26 de enero, el público asistente a la bilbaína biblioteca de Bidebarrieta pudo dar fe de ello. El Aula de Cultura de EL CORREO lo enmarcó en una charla que llevó por título 'Literatura y censura". Y, entre otras cosas, lo que más llamó la atención fue que, a pesar de existir en la RDA la Administración Central de Libros y Editoriales (ACLE), no había una ley que avalara los mecanismos de censura. La labor de esa organización era conceder el permiso a la hora de publicar un libro. Podría decirse que se trataba de una forma camuflada de censura previa.

Un aspecto a recordar, y el cual se resaltó en la charla, es que, tras la capitulación del Tercer Reich en mayo de 1945, los 4 países ocupantes (USA, Reino Unido, Francia y la URSS) instauraron la censura con tal de frenar la propaganda nazi que había sufrido el país. Finalmente, la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania (RFA) aprobada en mayo de 1949 renunciaba a la censura previa. En la RDA, la ACLE, mediante una instrucción oral, dejó en 1989 al criterio de las editoriales la publicación de los libros. Esto hizo que "un montón" de los que se pensaba serían imposible de publicar lo fueran. Hasta llegar ahí, hubo un lento proceso en un sistema de apoyo a la literatura del que se beneficiaban todos sus actores y quienes consideraban la censura un mal a sufrir. Con partidarios y detractores del sistema, finalmente llegaría la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y la anexión de la RDA el 3 de octubre de 1990 a la RFA.

Se trataba, por tanto, de un universo en que la figura del censor no existía como tal. El sistema literario de la RDA era ambivalente y "estaba muy generosamente apoyado por fondos públicos". Se formaba por "organizaciones nominalmente independientes" en el que había editoriales privadas. Dependían del regimen y de los partidos habidos en él. Lo que hacía el escritor, y lo cual le daba "mucha envidia" a Zubiaur por lo impensable que sería en una economía de mercado, era presentar el proyecto y, tras ser estudiado, se firmaba el contrato. Con tal fin, hasta que se formalizara, le daban facilidades, tales como la posibilidad de poder trasladarse a un lugar en concreto con tal de poder documentarse in situ. Pero, buscando que no se diese problemas, se daban sugerencias sobre su contenido con tal de que las críticas no sobrepasen el nivel aceptado. "La Administración en ningún caso realizaba cortes o cambios sin autorización de la editorial o del autor". Las proponía. Y se negociaba.

"Lo que ocurre siempre es que quien te da una beca también se reserva voz y voto sobre el resultado de tu trabajo". Y es que "la tradición alemana es muy intervencionista". Todo ello con el propósito de que no diera problemas. De hecho, en la RDA no habría habido represalias contra escritores. "La cultura era su gran baza" ante las fuerzas progresistas de Occidente. Esto se dio en los primeros años, hasta se que consolidó el regimen. Incluso atrajeron figuras culturales que no eran comunistas que "operaron con mayor o menor dificultad". Los que estuvieron en la cárcel lo fueron por participar y organizar protestas civiles, políticas. "La censura existía, precisamente, para no tener que recurrir a esos métodos tan burdos de represión".

La Stasi y la disidencia politica

Sin embargo, a partir de 1968, la Stasi concluye que "la disidencia política empieza a colarse siempre por el ámbito de la cultura", por lo que, pretendiendo redoblar la vigilancia, tratan de infiltrarse. Se crea así la figura del IM (Inoffizieller Mitarbeiter) o Colaborador no Informal. Tras la caída del Muro de Berlín, y habiéndose abierto las arcas del Servicio de Inteligencia, se descubrió que, por lo motivos que fueran, muchos músicos, bastantes escritores, periodistas,... se habían "adherido" a ser IM. "La histeria de la reunificación" generó que fueran condenados mediáticamente "sin detenerse a ver qué es lo que había ocurrido en realidad". Aunque unos se prestaron voluntariamente, otros fueron chantajeados. En este último grupo estaba el escritor nacido en Bilbao Fritz Rudolf Fries (1935-2014).

La Stasi, creada en en febrero de 1950, y actuando como "un Estado dentro del Estado", solía reclamar cambios o que se retirara algún libro en concreto. El Ministerio de Seguridad "prácticamente no rendía cuentas a nadie y vulneraba las propias leyes del país y la Constitucion de la RDA". Llegaron a exigir la retirada de un libro "con pasajes ofensivos para el Ejército Rojo". En su tercera edición, el embajador soviético protestó ante Erich Honecker, ex presidente del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, y fue retirado. Incluso, haciendo "perrerías de todo tipo", entre las represalias que practicaba hacia un autor caído en desgracia estaba el no dar visados con tal de acudir a un festival en Occidente o no autorizar a sus hijos a estudiar. También impedir el acceso a medicinas que se necesitaba, llamar a medianoche, enviar productos que no se habían pedido, obras enfrente de casa,... O amenazar y chantajear. A partir de los años 60, en el caso de escritores famosos, fueron muy raras.

Aún así, la censura no dejaba de ser "el reverso de un sistema de apoyo a las artes en general, a la literatura en particular y a la producción intelectual". Todo ello en un sistema económico dirigido y en el cual la escasez crónica de papel "se usaba como excusa para esta hiperregulación e hiperplanificación". Partiendo de ello se autorizaba la impresión y se estipulaba de cuánto serían las tiradas. Pero esa escasez también se agravaba por las políticas del Régimen. Por ejemplo, a la muerte de Stalin las tiradas de sus obras eran de 500.000, pero resultó que 491.000 no se habían vendido. Además, a "algún gerifalte se le había ocurrido que era absolutamente perentorio y obligatorio que todas las viviendas tuvieran papel pintado".

No existía la figura del censor

A diferencia del franquismo, tal y como hemos mencionado anteriormente, en la RDA no existía la figura del censor. Esto era porque, oficialmente, no había censura. Lo que disponía la ACLE era de "un personal cada vez más cualificado". Normalmente doctores en literatura, peritaban los textos presentados por las editoriales, les asignaban el papel de las tiradas y trataban que no se solaparan entre ellas. Todo ello dentro del marco de una economía planificada y con la escasez de papel de por medio. La editorial presentaba un informe interno y otro externo, el cual estaba realizado por un experto en literatura. Asimismo, la Administración recababa un tercero. Era un sistema de filtros y contrapesos. Este último corría a cargo de un catedrático, alguien de la sección de cultura de un periódico o un escritor. Sería "lo más cercano al papel de censor". De ellos dependía la publicación y tenían postestad hacia la recomendación sobre la retirada de un pasaje. Incluso, con tal de cubrirse las espaldas, la Administración podía pedir un informe negativo, algo "típicamente alemán". Pero podría tener el efecto contrario y que fuera positivo.

Todo esto dentro de un ambiente cambiante en medio de la Guerra Fría. Significaba que, dependiendo de las posiciones tomadas, lo que hoy podía ser correcto fuera incorrecto mañana; y al revés también. De todas formas, "era sumamente excepcional que tarde o temprano no apareciera un libro". Había, además, editoriales privadas. Incluso, desde el restablecimiento de las relaciones en los '70 entre las dos Alemanias, siempre que se pudiera pasar el documento, "que no era muy difícil", la RFA publicaba lo que no se hacía en la RDA o los que tenían problemas. Pocos fueron los libros que no vieran la luz antes de la reunificación. "Dos escritores muy beligerantes con el régimen de la RDA montaron una biblioteca de rescate para empezar a publicar todos los libros que no se habían divulgado, y llegaron a 10 títulos antes de cerrar la iniciativa".

Sin pretender justificar el sistema, y recalcando en varias ocasiones que estos es propio de las dictaduras, finalizó Ibón Zubiaur haciendo referencia a la autocensura. Con tal fin tiró de un manuscrito de la escritora alemana Brigitte Reimann (1933-73) que databa de 1953. Decía que ella misma tachó lo que había de ser eliminado "con seguridad" y puesto entre corchetes lo que debería desaparecer. Añadía que le era indiferente que tacharan "todo tipo de cosas" en su novela, frente a su anterior "oposición con ahínco". Afirmaba que estaba dispuesta "a cualquier concesión y revisión". Esto porque "más fuerte que la enfermedad de principiante del orgullo por la primera obra" era su "deseo de cosechar al fin un éxito".

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