CUANDO CAMINÉ SOBRE LA LUNA

Guardé, bien resguardaditos,

esos pasos que una vez di

en la superficie de la Luna.

Parte quedaron en la memoria.

Son reflejo a lo que sentí

y componen mi corazón.


Me recuerdo nadando en sus aguas

de lagos trasparentes y calmos.

Sus mares parecen un reclamo

a caminar entre sus montañas.


Y sí, estando ahí parecemos volar.

Es como soñar en un bálsamo

que relaja todo nuestro cuerpo.

Ese lugar deja sentir la paz.


Pero resultó efímero.

Teníamos que salir de allí.

Toda esa paz guardaba una trampa

al poder volverla cotidiana

ya que se podía convertir

en una cárcel del confort.


Y así regresamos a la Tierra.

Sin olvidar eso que vivimos,

resulta que vamos caminando

mientras nos late lo de la Luna. 

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