ROCÍO
Enciende la mañana.
Que el interruptor
prenda la tarde
y la noche ilumine
el infinito.
Cuando el rocío ha de bañar
cualquier segundo
el frescor vive
por toda la simiente
en el espesor.
Los pétalos danzarán
con ritmo propio.
Ese que sale
profundo desde cualquier
lugar tan propio.
Cada pequeñita
gota de agua es la balanza
que danzará durante la calma
al cantar la mágica naturaleza.
Es como un bálsamo
que va abriéndose camino
entre los ondeantes verdes prados
mientras están buscando hacia el firmamento.
Puramente dulce
al momento de mezclarse
aunque cada uno de sus jirones
es por siempre único en ese todo enorme.
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