Pequeña introducción a Alex González, Maná

 El "éxito" del baterista hispano estadounidense se basa, más allá de su fama de "virtuoso", en sus amplios recursos musicales 


Suele comentarse que uno de los puntos fuertes de Alex González, baterista de "Maná" o "De La Tierra", es ese factor de virtuosismo que demuestra en sus diferentes composiciones, ya sea en las canciones propias o sus solos. Aunque un análisis correcto sería que es el factor musical mediante el cual escribe sus líneas.

El mérito de ello radica es saber combinar la ruda naturaleza de músico de "metal" con la belleza y sutileza del "pop", tal y como siempre ha demostrado con la banda que le dio a conocer, "Maná". A esto hay que añadirle sus profundos conocimientos del jazz y blues, además de esa inconfundible pegada que refleja las horas que ha pasado estudiando los diferentes estilos de la percusión latina.

Todo ello, en conjunto, hacen de él un músico que sabe entender perfectamente lo que pide cada canción: el lugar en el que ha de embellecerla o hacer silencios e imprimir su indiscutibles y arrolladoras partes técnicas.

¿Músico virtuoso? Tildarle de esa forma es quedarse corto, ya que muchas de sus líneas más contundentes y clarificadoras se dan cuando muestra sus influencias en figuras como son los "simplismos" cargados de "groove" de Ringo Starr (The Beatles) o el recientemente fallecido Charlie Whatts (The Rolling Stones).

Y es que un ejemplo de su musicalidad la podemos encontrar en el “Unplugged” que los mexicanos editaran en 1999. Grabado el 24 de mayo de ese mismo año en el Miami Broadcoast Center (Florida), fueron desengranado los nuevos cuerpos en los diferentes temas de cuatro de los cinco discos que tenían hasta ese momento bajo el nombre de “Maná”.

En él se puede comprobar todo lo comentado anteriormente sobre Alex González. Es decir, su inteligencia a la hora de volcar sus interpretaciones a un marco acústico sin dejar de lado ese virtuosismo por el que se le conoce. Todo esto lo lleva a cabo centrándose en el nuevo espíritu de las canciones, en las cuales fortalece lo latino y ese supuesto simplismo.

El reto que se marcó a la hora de realizar tan complicada “misión” fue todo éxito en la banda y hacia él mismo. Lo más hermoso es poder comprobar cómo respeta la líneas originales de sus composiciones al mismo tiempo que le confiere ese cariz tan completamente ajeno, pero lleno de sentimiento y vitalismo. Justo lo que pide ese formato en el cual se expresaron ese día.

Hay que destacar que de los 14 temas que forman el disco 3 son versiones: Desapariciones” (Rubén Blades), “Se me olvidó otra vez” (Juan Gabriel) y Te solté la rienda” (José Alfredo Jiménez). Además, el dueto de González con el percusionista Luis Conte no es que sea solo de una belleza y espectacularidad increíbles, sirve para poder comprender la manera en la que el baterista entiende la música y su negación a la hora de encasillarse en un estilo determinado. Y esto, al fin y al cabo, es lo que le convierte en un músico tan especial: el tener una mente siempre abierta y dispuesta a aprender de los diferentes “géneros” que tiene este Arte.




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