Más allá del romance de Rosabella y Domingo...
06/VII/2018
Hay días en los que amanece y el Sol baña resplandeciendo el horizonte. Otros amaneceres soleados que son nublados e incluso tormentosos. Las estrellas siguen ahí, hasta bajo el Astro del mediodía.
No es cuestión de contar un cuento. Ni de quedarse en el sillón del país de Don Balón y Don Pimpón. El romance de Rosabella y Domingo sigue adelante pese a las trabas, la incomprensión y la ignorancia.
Oh, Rosabella, esa mulata que escondía el cuerpo de un hombre e iba siempre al mercado a comprar manzanas en el puesto de Domingo. Aquel muchacho que volvía locas las mujeres. El que a su vez tenía bajo el disfraz cuerpo de mujer. Tantos hubieron caminos andado, tantos cruces atravesaron...
En una esquina, bajo la luz de la Luna, un grupo de cuatro les golpearon brutalmente hasta dejarlos sin sentido. Domingo perdió un ojo y la mitad de la visión del otro. Rosabella quedó postrada en una silla de ruedas para el resto de sus días. No se llevaron nada de dinero ni de joyas.
En una de las paredes del callejón donde les encontraron casi al borde de la muerte una pintada escrita con su propia sangre decía: "Limpia las calles. Invertidos fuera".
Cuánto tiempo habrá pasado desde aquella noche. Cuántos días sin tapar las cicatrices. Cuántos días sin esconder sus manos entrelazadas mientras van por la calle. Cuántos días sintiendo un miedo atroz.
Cuántos días desde que Domingo alza en sus brazos a Rosabella con tal de ir al lago donde se bañan. Cuántos días combatiendo el miedo mostrando las marcas tatuadas. Toda la vida señalados por ser "distintos" cuando no hay diferencias.

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