Lo sucedido en 24 horas que fueron un año



Chaoz lo observaba. Mientras tanto, él hacía lo mismo con la cascada. Había adquirido tanto poder en los últimos años que no sabía si le serviría de entrenamiento. Quizás tendría que buscar otros métodos. O un lugar donde la cantidad de agua representara una masa mayor. Aunque, si lo pensaba mejor, podría recurrir a la Sala del Alma y el Tiempo.

Habían transcurrido siete calendarios desde la batalla contra Cell. Por aquel entonces su cuerpo no estaba preparado para soportar aquellas condiciones. Pero lo fortaleció con una máquina que la gravedad aumentaba. Le pidió a Bulma que le fabricara una. Una igual que la que usaba Vegeta y, en su momento, Goku. Ella, sorprendida al principio por la petición, sólo pudo cuestionarle sobre el hecho de que no fuera a visitarles. "Lo entiendo; pero el que estemos en paz no es razón para que deje de entrenar. En caso de que haya un nuevo enemigo... el Kikoho puede sernos bastante útil".

- Incluso a costa de casi perder tu propia vida, tal y como sucedió la última vez.

- No me quedó otra opción. Además, resultó esencial con tal de lograr un pequeño margen de maniobra.

- Sí, lástima que Goku acabara sacrificándose. Tenía más alternativas.

- Le conoces de sobra. Y nos dio sus motivos. Estaba viviendo un tiempo regalado. Fue una decisión que comprendo, aunque me duela...

- Sí, al final terminé llegando a la misma conclusión.

- Por cierto, ¿dónde está Vegeta?

- Entrenado en algún planeta lejano...

- Vale, ese el motivo por el cual no sentía su energía...

- Eso es... respecto al aparato... dame una semana y te lo llevaré, ¿de acuerdo?

- Sí, pero no tengas prisa. No alteres tu día a día por un capricho mío...

***


Sí, tenía que ir al Templo de Kami-sama. Debía volver a superar sus propios límites. Pero no estaba seguro de que Chaoz pudiera soportar la experiencia. De todos modos, que estuviera solo durante un día no supondría ningún problema. Además, Lunch estaba de camino. Su relación era muy buena. Tanto que eran confidentes entre ellos. Y eso lo reconfortaba. Cuando rompieron, vio triste y desolado a su pequeño compañero. Finalmente, y tras ir puliendo diferencias, las cosas fueron arreglándose casi por inercia. No volverían a salir juntos, pero la amistad acabó imponiéndose.

Entonces se le ocurrió que podría reclamar a Krilin. Trató de localizar su "ki". No estaba lejos de allí. Seguía viviendo con Muten Roshi. Percibía la energía de ambos de forma clara y nítida. Pero había otra más. Fue concentrándose con tal de averiguar quién podría ser. Y le sorprendió que fuera una niña pequeña. Pero sobre todo fue el hecho de que le resultara tan similar a la del antiguo aprendiz de monje. Aquello sólo podía tener una explicación: era su hija. ¿Pero quién sería la madre? Entonces, notó la forma en que comenzó a estremecerse el islote tras una explosión. No sintió el origen de ello. Así que únicamente tenía una explicación posible: era Número 18. Bulma había accedido a los deseos de la pareja.

Bien, lo mejor sería dejarles tranquilos. Que disfrutaran de su vida en común. Incluso palpaba la felicidad del viejo ermitaño por tener compañía. Sería ahí que rumiara que podría acompañarlo Yamcha. Pero él sí que había dejado las artes marciales por completo. No encontraba inspiración después de la batalla contra Cell. Seguía dedicándose a jugar al béisbol de forma profesional. Además de ejercer de modelo publicitario aprovechando la fama adquirida con el deporte. Lo mejor sería que fuese sin compañía. Ni por un instante consideró a Yajirobe. Y volviendo a Roshi... este continuaba ejercitándose en secreto... lo mejor era dejarle seguir con el ritmo actual que llevaba.

***


Nada más llegar al Templo Sagrado, el Señor Popo fue a saludarle. El poder que irradiaba el ayudante de Dende era sorprendente. Parecía que no había estado cruzado de brazos desde que les aleccionó ante la llegada de Vegeta y Nappa. Calculó que estaba casi al mismo nivel que Krilin. "Sigo entrenando, pero no puedo entrar en combate a no ser que sea necesario", le dijo.

- Sí, lo sé. Y siempre te estaremos agradecidos por todo lo que hicistes por nosotros.

- No hace falta que las des.

Justo entonces, Dende apareció. Lo hizo saliendo de las sombras, al igual que antaño tenía por costumbre el viejo Kami-Sama. "Tienes todo preparado. Karin nos ha dado Habichuelas Mágicas con las que podrás sanar tus heridas durante el año que estés dentro". Ten Shin Han lo observó detenidamente. Cada vez que lo tenía delante le sorprendía el aura que desprendía. Tener en frente a un integrante del Clan Dragón de los namekianos era un orgullo.

"Pero todavía hay algo más, viejo amigo". Esa voz le cogió desprevenido. No había sentido su presencia. Y aquel del que provenía lo sabía. "No seas tan descuidado, incluso aunque estemos en familia". Era Piccolo. Tras decirle esto, colocó la mano sobre su hombro pretendiendo tranquilizarle. "Ven, antes de que entres debes saber una cosa".

Con un gesto le indicó que lo siguiera. Fueron a parar a la esquina de la plataforma. "¿Qué quieres que vea?", le preguntó Ten Shin Han.

- Dirige tu atención a la montaña Paozu. Luego a la sede de la Corporación Capsula.

Fue concentrándose. Unos enormes poderes estaban desplegándose a la par que contenían su verdadera intensidad. Por un lado estaban Gohan y Goten. En el otro, Vegeta y Trunks. Entrenaban como si la vida les fuera en ello. "¿Qué es lo que sucede? ¿Qué es lo que me he perdido?", quiso saber el tríclope.

- Mañana comienza el Torneo Mundial de las Artes Marciales. Y Goku va a venir. Tiene un permiso de 24 horas.

Ten Shin Han no podía creer lo que acababa de escuchar. "¿Por qué no me lo habéis dicho antes? No me va a dar tiempo a participar si completo el entrenamiento".

- Tranquilo, hazlo. Ven cuando acabes. Si quieres, puedes medir tu nivel después de que acabe el evento. Goku estará muy feliz por ello.

- Lo imagino. Pero es una lástima no poder entrar en combate. No estoy dispuesto a dejar a la mitad lo que tengo en mente.

- Ni se te ocurra hacer eso. Además, cuando Goku se vaya te enfrentarás a mi. Has progresado mucho últimamente. Pero pareces oxidado. El año que pasarás ahí dentro te vendrá bien.

- Vaya, igual que en los viejos tiempos.

- Así es.

- Bueno, entonces lo mejor será que comience ya. ¿Nos vemos mañana?

- Sí...

Ten Shin Han fue hacia aquella sala tan especial. En cuanto llegó a la puerta, y antes de traspasarla, se dio media vuelta y saludó a los que le observaban. Todos le devolvieron el gesto con una sonrisa. Entró. Atravesó la estancia y llegó a un espacio inmenso en el que no había absolutamente nada. Tras bajar los escalones que daban acceso a él, no notó el aumento de la gravedad del lugar. La máquina que Bulma le había fabricado surtía efecto. "Esto va a ser una locura", pensó. Miró hacia atrás y observó la vivienda en la que habitaría durante doce meses. Volvió a fijar su mirar en el vacío. "Bueno, vamos allá". Fue dividiéndose hasta haber cuatro seres idénticos. El primer paso consistiría en que cada uno de ellos alcanzara el mismo poder de cuando era un ser individual.

***


En cuanto salió de la sala, nada más dejar la puerta a su espalda, todo su cuerpo comenzó a temblar. Se puso de rodillas mientras llevaba sus manos a la cabeza. ¿Qué eran aquellas dos increíbles fuerzas que notaba? Se sentía pequeño. Incluso habiendo alcanzado un poder un poco más bajo que el de Piccolo. Trató de mantener la calma. De concentrarse. Una de ellas era la de Vegeta. Y su poder iba acumulándose más y más. ¿Quién era el otro ser? Cuando recuperó la compostura atravesó todo el Templo y fue directo hacia Dende. "Estamos en un grave peligro", le comunicó.

- ¿Dónde están Krilin y Piccolo? No siento su "ki".

- Convertidos en piedra...

- ¿Qué?

- Lo ha hecho Dabura. Dicen que es el líder del Reino de los Demonios.

- ¿Qué es eso?

- La parte oscura del Universo.

Ten Shin Han trató de prestar más atención. Gohan estaba inconsciente. Y una extraña persona iba tambaleándose en su dirección. Estaba malherido. "Ese es Kaioshin, vino a avisarnos de la llegada de Babidi, el hechicero que acaba de despertar a Majin Boo", reveló.

- ¿Esa es la criatura contra la que está luchando Vegeta?

- Va a sacrificarse.

- ¿Qué?

- No puede hacer nada contra él. La culpa lo reconcome. Su combate contra Goku ha sido el causante de que ese ser haya vuelto a la vida. Y por primera vez no está peleando por orgullo. Lo hace por su familia, por Goku, por el planeta que lo ha acogido...

- Vegeta, me sorprendes...

- Va a inmolarse. Es la única forma que ha encontrado de evitar la capacidad regenerativa de ese monstruo...

- ¿Y Goku? ¿Dónde está él?

- También está inconsciente...

- ¿Y los críos?

- Cerca de ahí...

Entonces, notaron que una flecha atravesaba el cuerpo de Boo. Había sido Dabura, quien incluso estando en las últimas tras su combate con la criatura seguía todavía en pié. Vegeta también se percató de ello, pero continuó concentrando su energía.

El ser regordete y rosáceo prestó atención al que fue artífice del ataque. "Vete de aquí", murmuró con una voz estridente. Y el demonio explotó desapareciendo para siempre.

Inmediatamente, el "ki" de Krilin y Piccolo volvió a sentirse. Además de un tercero que desconocía. "Es Kibito, la mano derecha de Shin", comentó Popo. Próximos al lugar del combate percibió los de Goten y Trunks. Estaban alejándose.

De repente, toda la energía acumulada por Vegeta reventó. Fue una explosión cataclísmica. El planeta entero temblaba. Pero cuando parecía que volvía la calma notaron una sombra siniestra. La técnica no sirvió de nada. El Príncipe de los Saiyajins había sacrificado su vida en vano. Boo estaba recuperando su forma. Y un destrozado Babidi reía de forma siniestra tras haber sido atacado por Piccolo. Este observaba la escena aterrado. Por primera vez en su vida, tuvo que abandonar una batalla ante la impotencia que recorría sus venas.

Ten Shin Han iba irradiando su poder por la rabia. Dende y Popo admiraron el nivel que había adquirido, pero sabían que era insuficiente si directamente hacía frente a la nueva amenaza que estaba cerniéndose sobre el mundo. "Son unos monstruos", balbuceó. "¿Qué vamos a hacer?", preguntó Dende.

- Os vais a quedar aquí hasta que vuelva Piccolo... yo... tengo que ir en buscar de Chaoz.

Reunió la energía que necesitaba y salió volando del Palacio. La situación era aterradora. No sabía cómo podrían salir de ella.










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