LA PARED Y EL GATO
Le canta la pared
a los cantantes silenciados.
Le grita la pared
a cada verso marchitado.
Y un gato que pasa por su lado
la mira y comienza a maullar
embriagado por la pena que trasmite.
El gato le presta su corazón
para que el suyo no pierda
ante tal demostración de pesadumbre.
Le sonríe la pared
por el gesto que ha realizado.
Le llora la pared
porque no lo veía necesario.
Siguen cantando el gato y la pared
por cada verso que fue callado.
El gato y la pared son el eco
de la luz que no debió apagarse.

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