EL CURIOSO BLANCO DEL MANTO

No era el blanco manto por la nieve.

Y tampoco era que fuera invierno.


Incluso siéndolo,

hasta por lo natural que fuera,

lo presidía el prado verde.


Abarcaba todo,

incluso lo que más allá estaba,

en su coronar con flores.


Aunque con la nieve vivía también.

Y sin ser el mismo invierno, incluso.


Era tan brillante el blanco

que llegaron a pensar que era sal.

Pero fue descartado al ser reluciente

la vida que les resultaba danzante.


Era de matices finos

y cuerpo de gráciles sonrisas.

Incluso emitía luz en forma de fuentes

al manar las aguas que les hidratasen.


Un telón abierto de par en par

sin llegar nunca a cerrarse.


El azar sin depender de la fortuna

instruida en las formas de las falsas creencias

que pretenden sujetar a la humanidad.


Algún halo incandescente

irradiando desde lo natural.




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