Los cielos nublados en una mañana cualquiera

14/X/2019

El puerto de Autzagane, Bizkaia, con Amboto al fondo

"Puede resultar curioso el contraste de un día a otro". Eso pensó. A pesar de la diferencia horaria con la que se había puesto en marcha, dos horas más o menos, la jornada anterior resultó ser soleada, calurosa y con los cielos despejados.

Los de esa mañana se presentaban nublados, pero todo parecía indicar que iban a ir despejándose poco a poco. Y que el resultado sería el de una fecha, en cuanto a temperatura se refería, más agradable que la anterior.

Miró a su alrededor. Las hojas de los árboles estaban empezando a caer. Se estaba originando un manto de color marrón muy agradable a la vista. No había llovido por la noche. La luna llena había permitido ver con claridad en la oscuridad.

Y a pesar de no haber llovido olía a humedad... una humedad proveniente del rocío de la mañana. Un rocío fresco y puro que había refrescado el lugar sin llegar al frío.

Entonces observó el horizonte, hacia una montaña a lo lejos. Pudo atisbar algún gran ave volando, pero no la pudo identificar. Estaba demasiado lejos. Lejos para él, este podría recorrer aquella gran distancia sin ningún problema.

Y él tenía que recorrer aquella distancia andando. Siguió observando al pájaro; parecía un águila. Y entonces, justo en ese momento, recordó la leyenda de Dédalo e Ícaro.



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