ALGUNA QUE OTRA HISTORIA POR CONTAR
Podría tener mil historias que contarte.
Quizás alguna más, o puede que menos.
Pero sabes que disfruto del silencio,
aunque no me gusta que me callen.
Y que calle no significa que otorgue;
bastante callaron ya la Tierra
para que con ello nos vengan de nuevo.
Podrías tener mil historias que contarme.
Quizás alguna más, o puede que menos.
Aunque algunos nos impongan el silencio
no disfrutas con el que nos callen.
Entonces, malditas sean todas sus suertes
bañadas en sangres psicópatas
que pretenden salvaguardar su posición.
Porque, en el fondo, no es nada más que aquello,
una forma con la que conservar
el estatus que les confirió la suerte.
Sé que tienes mil historias por contarme.
Quizás alguna más, o puede que menos.
Y que parece reventar mi corazón
en cada ocasión en que así lo haces.
Serán las gráciles notas
que recitas cada vez que dices
algo, a no ser que estés de mal humor,
y que serían dignas de algún teatro.
Qué sería de tu voz si la silenciaran...
Cómo sería la de aquel que osara hacerlo.
Algo me dice que sería hipnotizante.
Capaz de realizar promesas brillantes,
pulcras, higiénicas y llenas de color.
Así sería la que tú voz silenciara.
Repleta de falsas notas
resonando en la pared que encuentren
mientras hacen gala en cada teatro
tras habérselos apoderado.
Y ahora que comento esto...
¿y si uno nos diera por levantar?
Uno en el que a las palabras no las callen...
y que desde el corazón las amplifiquen...
...con tal de que desde los tiempos perduren.
Cantemos, pues, con tal de que no las callen.
¡Qué brillantes serían las mañanas
al anochecer cantando!
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