Imaginar que damos vueltas con los brazos extendidos

02/X/2020


¿Crecer dejando de lado ese niño que dicen llevamos todos en nuestro interior o resguardarlo haciendo que aflore las veces que pensamos sea conveniente? Tal vez no resguardarlo dejándolo ver en cada paso que se da por los miles de cruces que nos encontraremos por cada uno de los caminos que transitaremos.

Resulta extraño ese concepto que se podría definir de filosófico o, tal vez, algo que está condicionado por la personalidad de cada uno y que, a la vez, también encuentra sus cimientos en todo aquello que cada uno de los sucesos, de la índole que fueran, se han saboreado desde antes de dar los primeros pasos.

Imaginar que damos vueltas con los brazos extendidos de la misma forma que se hacía en aquellos primeros años. ¿Habrá personas que no lo recuerden y, de vez en cuando, lo hagan por el mero placer de sentir aquella adrenalina que se sentía? ¿Habrá infantes, y los hay, que, por lo que fuera, no han podido hacer eso mismo porque se les privó de su infancia?

Por lo tanto, siendo tan afortunados como somos en estas latitudes del globo, ¿qué se debería hacer respecto a los tres planteamientos del comienzo? ¿Que cada uno elija la alternativa que mejor le parezca o que cualquiera de ellos imponga su pensamiento y forma de transitar por el día a día?

Y es que, aunque parezca increíble, algún pequeño objeto que encontremos en un determinado momento nos puede trasladar a esos instantes.




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