UN TRATADO SOBRE LA INDEFENSIÓN APRENDIDA
Si la indefensión se puede interiorizar,
entonces se puede inculcar también...
llega a disponer de nombre, incluso,
pero por ahora no la habré de mencionar,
lo dejaré, pues, para otro instante.
Y ella se va enquistando dentro del alma
aunque ya hayan pasado los golpes...
Esta se fermenta en el interior
igual que un vino que se nos avinagra
y luego lo tomamos por dulce.
Suele formar un cascarón
que es inquebrantable en apariencia.
Suele alcanzar a ser duro,
tanto que es difícil abrir la grieta...
que abra la puerta a la normalidad
con la que dar un respiro.
Luego viene una constante lucha
por no encerrarse de nuevo.
Entonces, el aire que se respira
resulta florecer
en las piedras del camino
habiendo ya superado
eso que retiene
y que en soslayo lanza miradas.
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