EN EL CALOR
Hace calor,
y el sudor mi cuerpo recorre.
"Esto no es normal", me digo,
y recuerdo el frío
que solemos sentir
en el invierno.
Tal vez sea verdad
que no llueve
a gusto de todos.
Sin embargo
decido salir a la calle.
Me encuentro con un infierno
y su martirio.
Y entonces sí que sí,
esa sensación
por rememorar
a la nieve
se cubre de cuerpo.
El respirar
se vuelve tormentoso,
algo pesado en cada bocanada
que se da con cada paso
repicando sobre las baldosas
que parecen que van a derretir
el calzado.
La sudoración
se torna pegajosa,
y de antemano
se sabe que se volverá
mayor en cuanto
paremos esa actividad
que en un gesto de locura
habría de tener comienzo.
Los pensamientos
se esfuerzan por navegar...
hacia lo fresco
que envuelve su ligereza.
Todo ese esfuerzo
por momentos logra calmar
la pesadez que conlleva
este día de mil demonios.
¡Menudo día!
Si fuera algo pesado
habría que descubrirse esa materia
que le da significado.
Si osara tener una figura
sería casi imposible el discernir
sus aspectos.
Y llegará el invierno...
y la nostalgia
de los días de verano.
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