LA PERSONA QUE NUNCA...
Nunca mandó flores.
Tampoco postales.
Ni escribió epístolas
a sus semejantes.
Albergaba en su corazón
un recodo para cada lugar
que alguna vez visitara
y con las personas que conoció.
Desde su forma de pensar
eso le parecía innecesario.
Un malgastar los esfuerzos
que no le llevaba a ningún lugar.
Prefería expresarse
con ellos delante.
Mirando sus formas
y que vieran las de él.
Las flores las degustaba.
Las cartas y las postales
solían llegar a embriagarle.
Pero nunca escribió alguna.
Era así. Simplemente era él.
Su forma de ver las cosas
era su propia identidad,
y en los demás lo solía ver.
Diferente,
puede que distinto,
tal vez nada normal.
Pero disfrutaba
con lo más pequeño.
del presente.
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