BATMAN Y BRUCE WAYNE. BRUCE WAYNE Y BATMAN

17/IX/2020

tenor.com

El sonido de cada paso que daba resonaba en las paredes de la cueva tornándose en una grácil melodía que pocos podían apreciar.

Disfrutaba de su atormentada mente porque le devolvía a su lejana infancia, cuando estaba acostado en su cuna y dormitaba con la música de los juguetes voladores que sus padres dispusieron para él.

Ese ruido, que se mezclaba con el susurrante aleteo de los murciélagos, le relajaba de una forma tímida, pero eficiente al mismo tiempo, además de ayudarle en sus momentos de meditación junto a la cascada que allí había.

En esos momentos en los que estaba delante del ordenador escudriñando las listas de delincuentes, sospechosos y perfiles psicológicos de aquellos que "residían" en el Sanatorio de Arkham podía estar tomando algún té u otra bebida caliente que le había traído Alfred después de afrontar todo aquel pánico que le provocaba el enorme y claustrofóbico lugar.

De vez en cuando le acompañaba una vela en esos instantes en los que la angustiosa jaqueca le vencía y que en otros tiempos le hacía estar tumbado a oscuras con el silencio de su habitación.

En ocasiones intentaba olvidarse de todo; de las esclavas obligaciones del "alter ego" que era 'Batman'. De la alocada y despreocupada vida del vividor Bruce Wayne.

Aunque por momentos llegaba a un punto en que no ya no sabía distinguir cual de las dos versiones de sí mismo era la real y cual suplantaba a la otra.

Esa era su cruz particular; el no saber si su 'Yo' verdadero era el del 'dandi' que, a pesar de todo, encandilaba a la sociedad o la del detective enmascarado que casi siempre estaba al margen de la Ley a pesar de contar con el apoyo del Comisario Gordon y otras figuras.

Hubo un momento que se sintió realizado. Todo el peso que cargaba sobre sus espaldas pareció desaparecer cuando resultó ser aceptado al colocarse la 'Batseñal'.

De ahí en adelante la desenfrenada vida del eternamente soltero señor Wayne reflejó relajarse y se dedicó a los negocios de la empresa familiar que heredó. Además se había volcado en la filantropía.

Pero en realidad no estaba satisfecho, sentía un gran agujero en el fondo de su alma. El vacío que sentía no desaparecía a pesar del éxito que tenía su empresa o al ver las sonrisas de todos aquellos que había ayudado con las obras de su Organización Benéfica.

Tampoco le satisfacía que el crimen casi hubiera desaparecido de la Ciudad de Gotham. Simplemente no era ni Bruce ni Batman, ni el niño que crió Alfred. Era, simplemente, ninguna de las dos partes que parecía tener.



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