EL PLACER DE LAS COSAS PEQUEÑAS

Que la paz personal

de cada uno no se torne en

algo meramente cotidiano

y que no nos sintamos lastrados

a buscarla en horizontes

de alguna fábula.


Que la tranquilidad

no se vuelva recurrente

en lograrla como un objetivo

que se vuelve en algo pernicioso

por ser válvula de escape

al transcurrir los días.


Que los días sean disfrutados

como si fuera un regalo

que se guarda en el corazón

que le sirve de resguardo.


Que el amanecer sea magia

que con la noche se junta

dando forma a la esperanza

que nunca habrá de terminar. 


Que el brillo de los colores

no pierdan el componente

que los vuelve palpitantes

al ellos acostumbrarse. 


Que lo sentido 

sea una llama vibrante

que mana calor.


Que el calor y el frío

sean algo que disfrutar 

con sus excesos.


Que no se pierda

de una comida el sabor 

si es repetida. 


Que todo aquello que nos hace disfrutar

no se malgaste por su cotidianidad

y que tengamos que escudriñar su sombra.

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