LA DUALIDAD EN LA BELLEZA DE LA NATURALEZA
La sombra se vuelve necesaria,
y no lo es por el calor, que también,
sino por la constante belleza
con la que el mundo suele regirse.
Y es por ella, por esa hermosura
perenne, por lo que se convierte
la sombra en bien que habrá de cobijar
del exceso que de ella reluce.
Será por ello que suele conllevar, incluso,
un peligro todavía más que latente
en el margen de los rituales de reproducción
con los que avanzan las distintas especies.
Y es que la belleza suele alertar del peligro
mediante vivos y atractivos colores,
advirtiendo, por tanto, de que se alejen de ellos
o les va atrayendo para alimentarse.
El cara y cruz
en el que la antropofagia
tiene lugar al subsistir
en el pasar de generaciones,
siendo la luz
que pone las tiernas vigas
por las que se habrán de erigir
esas criaturas que luego vienen.
Más todo ello, y lo que no se sabe,
son las telas de un frágil vestido
que nos sorprende por sus costuras,
por el reverso de la belleza
que las sociedades asociaron
a singularidad diferente.
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