EL EBANISTA
El calor está puliendo los paisajes
como la madera por el ebanista.
Les da forma, volumen y color.
Incluso... también los barnizará después
con tal de lograr soportar las témporas.
Resultan ser tan gruesas sus manos,...
y encallecidas por las eternas
horas transcurridas así,
dándole cuerpo a unas mil figuras
que germinan por su existir.
Una vez cogió un tierno y neonato bosque.
Era húmedo y estaba cargado de vida.
Y lo fue moldeando a ras de suelo.
Lo decoró con unos pocos árboles...
suficientes ellos para ofrecer sombra
y servir de cómodo refugio.
Las aves en ellos se posaban
mientras cantaban su sutil
admiración cuando la mañana
lucía su traje carmesí.
El ebanista, con su paciencia,
ni tan siquiera tuvo el esbozo
de pretender, o tratar de inculcar,
alguna clase de pensamiento
que hubiera sido antes modelado
por su cincel, y bien se guardaba
de ello, pues se veía muy temeroso
de huecas convertir a las figuras.
En todo momento su propósito fue
el no interferir en lo que no tocaba
a su ocupación de ir formando los moldes.
De todo eso habría de encargarse la savia
con sus intensas, vívidas reflexiones
forjando el contenido de las ánimas.
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