MÁS ALLA DE UN SIMPLE CALENDARIO

Se nos marchó el mes de octubre.

Y tras él, noviembre llegó

igual que pasan las hojas

en calendarios colgados

en alguna que otra pared.


Estos, los calendarios,

alcanzan a servir

de firme agenda

en la que anotar

algo que de por sí

será un recordatorio.


Eso sucede en muchos.

Otros suelen hervir

al estar vacías

esas casillas

que no fueron iris

en el que lo colocó.


Incluso plasman paisajes

que fueron fotografiados

al ser presente la Luna.

También la fauna llamando

lo que no alcanzamos a ver.


Y los santorales...

estos parecen anclados

en este presente

como si no transcurrieran

las décadas y los siglos.


Como si el presente

se encontrase detenido

en los santorales

que nos sirven de mercancía

en la pugna del mercado.


Y el pasar de las hojas

se puede volver un laberinto,

sobre todo cuando se vuelve

en cotidiano, mecánico.


Y pasan... se arrancarán

y se retomará toda la acción

igual que los gestos más simples

carentes de significado.


Como si no importara

lo que suponen

pudiendo encerrar

al que realiza

esa acción que resulta

de por sí sencilla.


Como si viviéramos

o atravesáramos, tal vez,

la Matrix y su programa

que nos relega

hacia lo cotidiano...


... por fe de los destinos

que pudiera hilar una vez

para que correspondiera

a aquellos que les guía

al materializarlo.


Incluso en su caducar

se desechan en

acciones nulas

al intercambiar

su ornamento por otra

luz que decorará.


Pero lo curioso

es que hay quienes

los coleccionan...

¡Esto sí que resulta llamativo!


Aunque puede que no...

¡Quién dice qué

hemos de guardar!...

¿Ya nos diría lo que tiene guardado?

chichenitza.com


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