LA NECESIDAD DE LA CORONA DE LAUREL
Repleto de profesores
encontramos este mundo...
muchos, demasiados tal vez,
afirman que, de hecho, lo son
por el hecho de distinguir
los síntomas de la gripe.
Incluso hay censores
que se autodeclaran
adalides de la expresión
frente a su defensa
en arduo combate.
Fabrican amores...
y si no interesan
serán centro del escarnio
cargado de argucias
buscando el desgaste.
Pretendiendo que aprendas la lección
irán recreando la coyuntura
con la que extraigas las conclusiones
que pretendan.
No dudarán
en verte caer para levantarte
y ser el héroe ante las miradas
que sucumbirán por la admiración.
Y es que buscan los honores
como lo hace un depredador...
la presa les fortalece
y así prosiguen el ciclo
de su cacareado existir
con la corona de laurel.
E intercambian voces,
incluso figuras,
vistiendo el anonimato
de sus tropas
sin acceder
al campo de la batalla
disfrutándola de lejos.
Los peones de ajedrez
centran su partida
cambiando sus movimientos
y se pasean
en un porqué
que define las aceras
mientras tientan sin recato.
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